Conocer Rapa Nui o Isla de Pascua ha sido lejos uno de los ‘highlights’ patrimoniales de mi vida. Escuchar los entusiasmados comentarios sobre la atracción y belleza de la isla es muy distinto a conocerla y darse cuenta porqué tantas personas hablan de ella.

Rapa Nui es riquísima en sitios arqueológicos y de alto valor patrimonial. Dentro de todos los lugares que más me llamaron la atención está Orongo, la aldea ceremonial del Hombre-Pájaro, que se encuentra entre el cráter del volcán Rano Kau y el mar, a unos 300 metros sobre este último. Se trata de un lugar donde se realizaba el culto al Make-Make y se llevaba a cabo la competencia del tangata-manu, culto que vivió su auge a partir del siglo XVI hasta el XIX. Según me contaron, los líderes de cada clan lidiaban por transformarse en la figura máxima de la isla y para ello debían demostrar destreza física y valentía. En concreto, esto consistía en dejarse caer por un acantilado desde la aldea de Orongo a mar abierto y nadar hasta una roca llamada Motu Nui, donde anidaba el ave manutara. La idea era traer de regreso a la aldea un huevo intacto. En el camino eran varios los valientes que se despeñaban y ahogaban en las aguas calipso (no miento cuando digo que el mar tiene ese color) del océano Pacífico. Quien lograba llegar con el huevo era el líder de la isla. Esta ceremonia se repetía cada año. En Orongo se pueden ver las clásicas casas construidas en piedra laja. Según datos históricos, se trataba de una aldea ceremonial en la que los competidores del rito del Hombre-Pájaro se preparaban para realizar su hazaña. Las casas están cubiertas de pasto y hoy, por razones de protección, no se puede acceder a ellas. Sin embargo, es posible hacer un recorrido por las viviendas que están restauradas y también por las que aún no lo están, para poder comparar su estado. Orongo es uno de los sitios que concentran la mayor cantidad de petroglifos de la isla, aunque hay que decir que esta posee sitios arqueológicos y vestigios prehistóricos en diversos lugares, incluyendo cuevas con pinturas rupestres y otros. Al visitar este lugar se viaja al pasado y la ceremonia del tangata-manu fue su razón de ser. La última competencia se realizó aproximadamente en 1867, fecha en que la aldea comenzó a ser abandonada. A fines de la década de los setenta se realizó su reconstrucción, que tiene que ser constantemente protegida debido a la exposición a la salinidad y al suelo erosionado de origen volcánico. Sin duda, uno de los lugares más hermosos de la isla, patrimonio mundial.