En una cultura donde la tradición oral manda desde hace siglos, la palabra escrita se hace presente, sobre todo, con versos. Son líneas que hablan desde el canto de las aves hasta la lucha por preservar la memoria de un pueblo ancestral.  Este es un recorrido por la inspiración de los autores mapuche, un asomo al por qué se expresan con poesía y cómo perciben su lugar en el escena literaria nacional. Fuente: Revista Livre Desde la primavera y hasta fines de enero cantan las diucas. “Su mensaje sería como la alegría de levantarnos temprano, cuidar de los animales, salir a trabajar, ganar el pan”, dice el poeta Lorenzo Aillapán al otro lado del teléfono, en su hogar de Puerto Saavedra. Interrumpe su descripción para imitar a la perfección el canto del ave con una habilidad tan sorprendente como espontánea. La desarrolló siendo niño a modo de juego, poniendo atención a los sonidos de su entorno, imitando los cantos y recibiendo respuesta de las aves. Cuando tenía unos diez años, maestros mapuche le explicaron que su talento se debía a que había recibido las facultades del antiguo üñümche u hombre pájaro, Halcón Azulado. Según la tradición, los ‘hombres pájaro’ se comunican con las aves. Así, por ejemplo, según cuenta Aillapán, el queltehue anuncia cuando avanza una persona: dice que tiene dos pies y, si va con un perro, canta diferente para agregar que va aquel de cuatro patas. Ahora, si hay lluvia y quiere buen tiempo, hace una especie de oración. El zorzal, por su parte, entretiene relatando lo que ve y lo hace como un director de orquesta con muchas melodías a su disposición. Tras consagrarse como üñümche, Aillapán fue invitado a contar de las aves, de su canto. Parte de esa tarea la ha hecho a través la escritura, llevando a las palabras, y con estas, a los versos, el canto de los pájaros y su descripción “Me di cuenta que en la naturaleza había, casi seguro, como cuatro conciertos o lenguajes de aves. Cuando empecé a leer, comencé a escribir en cuadernillos el primer concierto del lago Budi (…) Más adolescente, describí en borradores a cada pájaro, los del lago Budi, del mar, los nocturnos… Escribo lo que escucho, la onomatopeya, además de la poesía”, explica. Tocayos de la naturaleza Lorenzo Aillapán fue declarado Tesoro Humano Vivo en 2012 y obtuvo el Premio Casa de las Américas 1994, en categoría Poesía Indígena, al cautivar al jurado con el libro “Üñümche”. Actualmente, está recorriendo lugares de Chile con la obra “Ningún pájaro canta por cantar” –escrita por él y adaptada por la compañía Ñeque Teatral– y está próximo a lanzar el libro ilustrado de poesía “Entre peces y mariscos”. No acaba su vínculo con el entorno. “El mapuche es tocayo de la naturaleza”, dice. Y ahí está gran parte del contenido de los libros de autores su pueblo. Pero hay más. Leonel Lienlaf, autor de “Se ha despertado el ave de mi corazón”, entre otros libros, comenta que sus textos son una forma de entender el mundo a partir de su cosmovisión. “La cotidianidad del sentido de la vida o cosmogonía mapuche está presente en mi poesía porque es mi formación y mi manera de vivir”, dice. La poetisa María Isabel Lara Millapán también cuenta en qué se inspira: “Mi espíritu es lo que me lleva a escribir, es la conciencia de la vida, este transitar de aprendizajes y la horizontalidad con la cual me detengo a observar la tierra; consciente del brillo de las estrellas, de las voces de mis hermanos; ya sea en el canto conectado a las fuerzas del universo o ya sea buscando el alma de la justicia, de la comprensión y de la incomprensión. Me inspira a escribir para enseñar aquello que recibí”.

La poetisa destaca, además, el diálogo directo con la tierra: “Así hablamos de la fuerza del viento, del mensaje del canto de los pájaros, de las energías necesarias del universo, de los pewma o sueños que van orientando nuestro caminar día tras día. Junto a este sentir de la mapu o tierra, también emergen nuestras obras sobre la justicia y la injusticia vivida en este andar donde las culturas no terminan de comprenderse. Nuestra obras, entonces, hacen un llamado a mirarnos y reencontrarnos, intentando llegar al equilibrio”. Jaime Huenún, escritor mapuche y profesor de literatura, autor de “Reducciones”, entre otros títulos, destaca a su vez la inspiración social y cultural: “La actual literatura escrita mapuche en español o bilingüe es hija de complejos y, muchas veces, violentos procesos políticos, culturales y educacionales, constituyéndose en un instrumento de preservación de la memoria cultural e histórica y en un espacio visible para la creatividad y el diálogo intercultural”. Por qué poesía “A orillas de un sueño azul” de Elicura Chihuailaf; “Oratorio al Señor de Pucatriwe”, de César Millahueique; “Palimpsesto” de Paulo Huirimilla; “Sueño de un amanecer” de María Isabel Lara Millapán; “Perrimontun”, de Maribel Mora Curriao; “Luna de cenizas”, de Rayen Kvyeh; y “Weichapeyuchi ül: cantos de guerrero. Antología de poesía política mapuche”, de Paulo Huirimilla, son solo algunos de los libros de autores mapuche. Al recorrer estos y otros, surgen los textos poéticos con temáticas esencialistas o ancestralistas. Es el caso de obras de Leonel Lienlaf, Lorenzo Aillapán, Elicura Chihuailaf y María Isabel Lara Millapán. Otras líneas se relacionan con lo transcultural y el mestizaje (César Millahueique, Paulo Huirimilla, Emilio Huaquin, Roxana Miranda Rupailaf, Bernardo Colipán, Maribel Mora Curriao), la poética urbana contestataria (David Añiñir, Javier Milanca, Alberto Guzmán Ralliman) y temáticas femeninas en torno a la defensa y sublimación de la naturaleza y el territorio ancestral, la preservación y proyección de la memoria, además de las tensiones y luchas indígenas, entre otros temas. María Isabel Lara Millapán, quien comenzó a escribir poesía en su infancia, comenta que este género ha sido el camino de los autores de su pueblo por la forma de comprender su identidad y mundo: “La literatura es uno de los elementos más sensibles y abre espacios a nuestra expresión y también a nuestra búsqueda. En la sociedad en que vivimos; diversa, pero aún no bien comprendida en su diversidad, nos vemos cada día enfrentados a recordarnos y reencontrarnos, en nuestra historia, en nuestra filosofía y en nuestro lenguaje, para dar respuestas a nuestro actuar. Es aquí donde el arte de la palabra nos aporta con sus luces y viaja a alumbrar el sentimiento de lo que queremos ser. Este arte es el que nos hace pensar y decir…”. Jaime Huenún piensa que la poesía mapuche establece estrechos vínculos con la naturaleza en una operación estética que hoy parece anacrónica para la literatura oficial, pero que tiene un sentido cultural inevitable y poderoso: mantener conexiones vivas con el lugar y la memoria familiar y comunitaria de origen. En medio de una tradición oral

Es sabido que la cultura mapuche se articula y mantiene a través de la oralidad mediante cantos y relatos, casi siempre en lengua originaria. ¿Cómo fue el paso a la escritura? “Líderes e intelectuales mapuche empezaron a usar de manera sistemática la escritura, tanto en Chile como en Argentina, a contar del siglo XIX, como una vía para la negociación política, económica y cultural. Luego del Tratado de las Canoas, en la zona huilliche (1793), y de la Pacificación de la Araucanía (1883), el Estado y las misiones católicas y protestantes implementaron internados y escuelas en campos y pueblos del sur, espacios en los que se prohibía el uso del mapudungun a los pupilos indígenas. Por imposición o por opción, por lo menos, hace 150 años se ha estado usando la escritura en español por parte de mapuches, lo que ha generado una significativa interacción entre escritura y oralidad y entre dos idiomas (mapudungun y español), en difícil contacto y fricción”, explica Jaime Huenún. Esa misma mezcla se combina en los libros bilingües de autores mapuches, permitiendo a quienes no son parte del pueblo acceder un poco a su mundo. Pero quien sabe leer los versos en mapudungun tiene la fortuna de comprender las voces exactas de los pensamientos de los escritores. “La traducción no siempre interpreta bien”, advierte Lorenzo Aillapán, quien además trabaja por la conservación de los signos topográficos originarios. En la lengua de sus ancestros estos poetas tienen las palabras de sus sueños. Como dice María Isabel Lara Millapán: “Este idioma plasma el sentimiento, que traducido pierde parte de su esencia”. El lugar de la literatura mapuche “La persona no mapuche empieza a ver la obra de nuestro pueblo como algo importante e inspirado. No es como cualquier tema. Inspirarse con el volcán, la profundidad del mar… Lo ven como novedoso, sobresale”, piensa Lorenzo Aillapán. De igual modo, según asegura Jaime Huenún, la literatura mapuche, específicamente la poesía, tiene todavía un lugar marginal en los circuitos literarios nacionales, a pesar de su creciente valoración académica. Agrega: “He dicho en otras ocasiones que la poesía mapuche vive una época o edad de plata, ya que, al menos, hay una decena de autores que están produciendo textos de gran nivel, lo cual ha sido reconocido por las institucionalidad literaria. Sin embargo, salvo algunas excepciones, se trata de una poesía que comparte con la poesía chilena espacios de difusión y lectura muy acotados, carentes de divulgación pública masiva. A esto hay que añadir que las sociedades indígenas son todavía ignoradas, omitidas o tergiversadas, situación que impide la cabal comprensión de sus producciones artísticas. A pesar de ello, mi experiencia como autor y lector indica que la poesía mapuche y de otros grupos originarios puede servir también, entre otras cosas, como una herramienta efectiva para el diálogo intercultural y para la creación de bases que permitan el surgimiento de una sociedad que asuma la pluriculturalidad como factor activo de una identidad nacional en movimiento, diversa e inclusiva a la vez”. Sería asunto de ampliar la mirada y de comprensión del otro en un camino horizontal. "La literatura de cualquier cultura siempre será un aporte a la humanidad”, concluye María Isabel Lara Millapán.

Por Macarena Anrique.
Fotografías: Ronny Belmar
Retrato de Lorenzo Aillapán: gentileza de Ñeque Teatral.

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