Las siete piezas que recibieron el Sello de Excelencia del Consejo de la Cultura serán premiadas en septiembre en el GAM y pasarán a postular al Reconocimiento de Excelencia de la Unesco. Aquí, un detalle de las nuevas obras.  

Iñigo Díaz

Fuente: El Mercurio / Imagen: obras de artesanos Olga Cárdenas y Jerónimo Cheuquián

Artesano talabartero y marroquinero de Los Molles, Jacinto Reinoso es un experto en la curtiembre, talabartería y confección de objetos en cuero de vaca y cabra. Las piezas que se pueden fabricar con estos materiales son diversas, pero Jacinto fue distinguido por su magnífico juego de cachos con broche y botón de nueve hebras. "El vaso para jugar cacho es común, pero no de la manera en que yo lo hago: cien por ciento a mano, con el cuero en bruto y el proceso al natural. Eso lo hace mucho más durable. Son piezas únicas en su color, porque el cuero siempre será distinto", señala. El juego completo vale $89 mil.

La marca del chinpu

Entre Arica y Guacoyo, una pequeña localidad al sur de Visviri, se mueve semanalmente Felipa Condori Zarzuri, artesana textilera y creadora de una manta aymara. En la ciudad vende las piezas que trabaja en el altiplano. Están confeccionadas a partir de la fibra de lana de alpaca natural, hilada, ovillada y tejida en telar de cuatro pedales. "Aprendí a hilar a los seis años. Mi familia se vestía con lana de alpaca, así que la familia sigue la tradición", dice Felipa, la única artesana de este nuevo grupo que ya ha sido reconocida por la Unesco. "Las mantas lleva un pompón con que se identifican las alpacas. Lo llamamos chinpu", agrega.

Fusión de oficios

Una característica especial entre los artesanos seleccionados tiene la santiaguina Liliana Ojeda. Estudió arte en la U. Católica y realizó un máster en orfebrería en Inglaterra. El resultado de esa trayectoria es una obra autoral que fusiona los oficios de la cerámica y la orfebrería. Su pieza seleccionada es un collar de cerámica de gres, porcelana y plata. "También diseño aros para completar el conjunto. No es común que se mezclen estos materiales en la joyería, por lo que se trata de una creación muy personal", dice Liliana. El collar vale $90 mil y los aros $40 mil. Disponibles en LilianaOjeda.cl.

Más de 150 años

Como asegura la artesana sureña Olga Cárdenas, las zonas boscosas en montañas de San Juan de la Costa son el único lugar de Chile donde se puede encontrar el boqui fuco, una fibra que crece en forma de enredadera y que es la materia prima para la elaboración del balay, tradicional fuente redonda de la cultura mapuche. "En el campo tiene distintos usos: desde limpieza de semillas hasta recipientes para frutas. Es una artesanía muy antigua. Yo tengo balay de más de 150 años", dice. En esa localidad de Los Lagos, apenas seis personas trabajan esta artesanía. La línea de tres fuentes (la mayor tiene 50 cm de diámetro) cuesta $150 mil.

Tradición e innovación

El artesano argentino Sebastián Rodríguez lleva una década en Chile, lugar donde se enamoró, formó una familia y continuó con su trabajo de joyería basada en las tradiciones diaguitas. Su pieza escogida son los aros fabricados con hueso de espada albacora y cuerno de buey, remachados con cobre. "Los aros están inspirados en piezas diaguitas que están en la colección del Museo Arqueológico de La Serena (pertenecientes al período entre 1200 d.C. y 1470 d.C.)", dice Rodríguez, que vende los aros a $25 mil en el Pueblo Artesanal de Horcón, al interior del Valle del Elqui.

Única en el norte

Hasta treinta unidades llega a producir mensualmente la artesana iquiqueña Albina Choque Challapa, quien hoy tiene su centro de operaciones en Pozo Almonte. Su chal aymara ha sido considerado una pieza única, pues introduce la combinación de tres técnicas: la técnica de liso, la de ojito de perdiz y la de espiga. Dependiendo de los detalles de diseño y las terminaciones, puede costar $40 mil. "Lamentablemente, esta tradición de este tejido se está perdiendo. Muchos aymaras no saben usar el telar de cuatro pedales. La mayoría solo lo hace en telares de dos pedales", reflexiona Albina.

Un descubrimiento

Rudy Neipán Pitriqueo pertenece a la primera familia de artesanos de la zona de Rincón Icalma, en Lonquimay, que le dio un nuevo uso al picoyo, o chuchín, una madera de alta densidad y dureza que hasta entonces se utilizaba allí únicamente como leña. Su pieza seleccionada es el nguilliu , un pocillo tallado pulcramente, e inspirado en la naturaleza de su tierra, en la forma del piñón. Neipán Pitriqueo fabrica diez unidades mensuales de este recipiente utilitario y ornamental.