Fuente: Revista Más Deco, La Tercera.

Francisca Jiménez 

Este domingo se celebra la decimaquinta versión del Día del Patrimonio, instancia que comenzó tímidamente en 1999 y que hoy es una verdadero hito en la vida de los ciudadanos de todo Chile, muchos de los cuales esperan el último domingo de mayo para visitar los edificios históricos más emblemáticos de sus respectivas urbes para conocerlos y recorrerlos.

Bajo el lema “Comunidad y Patrimonio”, este 2014 se pretende rescatar la relación entre patrimonio y comunidad y el rol de esta en la valoración y protección del mismo, según el Consejo de Monumentos, ente que organiza anualmente esta importante fecha. 

Más allá de lo que como sociedad nos parece importante cultivar, personalmente pienso que el cuidado de nuestro patrimonio material e inmaterial tiene que ir, sí o sí, de la mano con el proceso educativo. Vale decir, que son los niños el principal público al cual dirigirse en toda política pública relacionada con el resguardo de nuestra identidad nacional. La semana pasada asistí a un seminario en el contexto de la II Semana de la Educación Artística, la que es organizada por el Consejo de la Cultura con el apoyo de otras entidades afines al tema. 

Pude escuchar de primera fuente el testimonio de muchos expertos relacionados con el área de la educación y de la cultura, tanto chilenos como extranjeros -como Claudio di Girolamo y María Inés Silva y la española María Acaso y la argentina Inés Sanguinetti, respectivamente-. Y debo decir que en la gran mayoría de los casos coincidían en la importancia del trabajo dentro y fuera del aula para sensibilizar a los niños en etapa escolar en temas relacionados con el arte, la cultura y patrimonio, por cierto. En ese sentido, resulta muy necesario que las bases curriculares ministeriales estén alineadas con el tema para dar real importancia a esta asignatura que mucho tiene que ver con la sensibilidad estética y las tan nombradas ‘habilidades blandas’.

Pienso que es un gran paso que de partida exista una instancia de discusión y planteamiento de la educación a través del arte, al menos una vez al año. Así como también creo que es bueno que el Día del Patrimonio se realice anualmente. Pero estoy convencida de que el trabajo efectivo es mucho más silencioso y constante y que se hace día a día en la sala de clases.

Colorearte: ejemplo de buenas prácticas

Uno de los casos de éxito que se nombró en el seminario fue el concurso escolar de teñido y creatividad que busca contribuir a la educación en el arte y al desarrollo integral de los alumnos. En su undécimo año de existencia, Colorearte ha convocado a más de 64.000 escolares, junto a miles de docentes, de diferentes localidades de nuestro país, esto es desde Arica a Punta Arenas, incluyendo Rapa Nui y Juan Fernández. Junto con enriquecer el programa académico curricular, Colorearte promueve valores transversales como el trabajo en equipo, la reflexión, el respeto y la capacidad de observación y expresión. Este año el tema es “Los colores del agua dulce”, para lo cual los alumnos deben teñir textiles inspirándose en sus colores, texturas y formas. Con esos tienen que crear una intervención artística en un paisaje urbano o rural, que presentan al concurso a través de una fotografía, para luego terminar con una premiación y exposición en un importante museo de Santiago.