Recorrer la Ruta de las Misiones durante tres días es una experiencia inolvidable. Más aún si se hace con expertos guías aimaras de la zona. El recorrido se hizo por pueblos andinos de Arica y Parinacota con un grupo de la Fundación Mustakis. Así fue el viaje.

Revista Más Deco - Francisca Jiménez

DÍA UNO Cristián Heinsen, director ejecutivo de Fundación Altiplano, nos recibe en el aeropuerto de Chacalluta, Arica. Ya en las oficinas de la entidad, nos explican la ruta. Tomamos un café y conocemos al equipo de trabajo que consta de chilenos, peruanos y profesionales de otros países. Se respira puro entusiasmo y energía por trabajar en torno a un objetivo: las iglesias andinas de la región y generar desarrollo sostenible para sus comunidades. En Esquiña, nuestra primera parada, conocemos el rescate del templo de San Pedro, que data del siglo XVII aproximadamente.

Este es parte de las iglesias andinas de la precordillera, ubicadas desde 2.100 hasta 3.500 metros sobre el nivel del mar. Luego de un opíparo almuerzo con carne de alpaca, sabrosa cancha o pan de gallo, papas andinas, quínoa y frescas ensaladas, conocimos el pequeño museo de la iglesia, que exhibe varios objetos sacros y que pretende, más adelante, albergar más piezas e, incluso, ampliar sus espacios. También visitamos el cementerio aledaño al templo. Nos despedimos del lugar rumbo a Codpa, por un camino sinuoso en medio de un paraje muy desértico y rocoso.

El pueblo llamado “la capital” en tiempos coloniales nos espera con un esfuerzo comunitario por generar turismo con identidad, liderado por su cámara del rubro, con el apoyo de Corfo, el municipio y la fundación. Codpa posee un clima y un terreno privilegiados para el cultivo de frutas y hortalizas.

El vino Pintatani es uno de los productos más famosos del lugar, resultado de una cepa que llegó hace unos cuatrocientos años de la mano de los conquistadores españoles y que se ha seguido cultivando en esas fértiles quebradas. Durante el trayecto conocimos a un grupo de estudiantes de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso que realiza una de sus legendarias travesías. También vimos cómo un experto maestro cantero de la fundación trabaja la piedra de la zona capacitando a artesanos locales. Más adelante llegamos al lugar donde se producen los ladrillos de adobe que servirán para restaurar algunas casas y la iglesia del pueblo. Cristián Heinsen, quien durante todo el trayecto nos explica cada detalle del pueblo y su historia, nos cuenta que ellos mismos elaboran los materiales para restaurar. Que obviamente saldría más barato comprar los bloques, pero que para ser fieles al proceso de conservación la idea es hacerlo como antaño.

Cuando visitamos la iglesia San Martín de Tours, por restaurar, conocimos al padre Amador Soto Miranda, un sacerdote oriundo de Doñihue quien desde hace 25 años viaja de pueblo en pueblo sirviendo a las comunidades andinas. Cuenta Cristián que fue este misionero el responsable de que él y su señora, Magdalena Pereira (directora), decidieran radicarse en Arica. “Hace varios años, cuando yo aún estaba en el colegio, viajé a la zona y conocí al padre. Unos años después volvimos con Magdalena y decidimos quedarnos. Nos enamoramos del lugar y vimos lo mucho que tienen que enseñar al mundo estas comunidades y su patrimonio. La gran cantidad de iglesias y una historia poco contada nos atrajeron. No nos equivocamos. Acá hay todavía mucho por hacer”, comenta mientras vemos las paredes del templo con grietas por los terremotos –el último de 8,3 grados escala de Richter sucedido en abril de 2014.

Finalizamos el día en el restaurante Doña Fely, una cocinería muy sabrosa donde probamos el dulzón Pintatani. DÍA DOS Los primeros rayos de sol alumbran los cerros del valle de Codpa. Subimos a los buses que nos llevan a una pequeña iglesia, ya restaurada. Se trata de San Pedro de Guañacagua. Un templo reconstruido a comienzos del siglo XX y que es un emblema del estilo barroco ariqueño. Cristián relata que cuando comenzaron a trabajar en la recuperación de los templos eran muy pocos los datos que había. “Magdalena, que es historiadora, y su equipo han recuperado fuentes de información relevante para el proceso de restauro en Arequipa, Sucre, Sevilla y Lima.

Esta región fue territorio de paso de la Ruta de la Plata de Potosí, que conectaba comercial y culturalmente el mineral bolviano con el puerto de Arica. Hoy sabemos que después de la Guerra del Pacífico y la anexión chilena, este lugar continúa conectado con los centros culturales del ámbito surandino. Las iglesias y sus comunidades son fuentes vivas para el estudio del patrimonio americano y un ejemplo de vida sostenible”, explica Cristián. Ese día tenemos que llegar a Belén, pueblo propuesto como centro del circuito Ruta de las Misiones, donde el Gobierno Regional, la comunidad y la fundación han logrado una conservación integral. Pero antes pasamos por Ofragía, un lugar con un circuito para ver petroglifos. Vemos cientos de imágenes: llamas, cazadores y seres antropomorfos. Por suerte, y a pesar de la existencia de algunos grafitis, el  lugar se mantiene intacto y listo para la visita de turistas responsables. Nuestra próxima parada es Ticnámar Viejo. Nos espera un sabroso picnic bajo unos añosos árboles frente al antiguo templo de la Virgen de Asunta. Cuenta Cristián que este pueblo tuvo que ser evacuado luego de una gran crecida de río y reubicado a un par de kilómetros. Será restaurado este año gracias al Gobierno Regional y la Subdere. Almorzamos en la posada de Merita Huanca, una señora que tiene una pequeña cocinería y que ofrece un menú tradicional. Nos cuenta que su idea es también ofrecer alojamiento para los turistas, mientras nos muestra la construcción de una pieza para visitas. Falta poco para llegar a Belén. En el trayecto vemos los cultivos de orégano, papa y otros vegetales típicos de la zona.

Finalmente llegamos y nos distribuimos en las posadas que están disponibles para el numeroso grupo. Se trata de las casas de algunas beleneñas que han retornado al lugar para recibir a los viajeros y peregrinos de la ruta. Con ellas y otros emprendedores de turismo responsable la fundación ha hecho un camino de acompañamiento con capacitaciones y testeo del circuito en marcha blanca. Visitamos la iglesia-museo de la Virgen de la Candelaria, siglo XVIII, para luego juntarnos en la posada del mismo nombre, que implementó la fundación en alianza con Corfo y el Arzobispado de Arica como prototipo para promover la rehabilitación de viviendas para el turismo. Después de una misa con el padre Amador, comemos en el hospedaje rural La Paskana, donde terminamos bailando danzas y rondas aimaras con doña Adela y don Marcos, dueños del local. Finalizamos el día alumbrados por fogones frente a la fachada de la Candelaria, restaurada como iglesia-museo. Ahí vemos una selección de cortometrajes del festival de cine rural Arica Nativa, otra iniciativa de la entidad que se realiza en octubre. Dan ganas de volver en ese mes pero también en mayo, que es cuando se realiza el Festival Arica Barroca, y según dicen, es la mejor época para visitar el mundo andino, cuando poblados y comunidades florecen tras las lluvias, con cosechas, flores y fiestas de las cruces, después de un lluvioso invierno boliviano entre diciembre y marzo. Esa noche, nos advierten, tenemos que descansar bien porque al día siguiente llegaremos hasta el lago Chungará, ubicado a 4.500 metros de altura. DÍA 3 Partimos rumbo al Parque Nacional Lauca. Esa mañana vemos a un grupo de agricultores trabajando la tierra. Llegamos a Pachama, donde recibimos una clase magistral de Magdalena Pereira. Entramos a la iglesia de San Andrés. Quedamos sorprendidos con lo que vemos: muros completamente pintados al estilo del barroco andino. Una especie de Capilla Sixtina altiplánica. Las imágenes se han mantenido gracias a que el templo ha estado prácticamente cerrado por lo que casi no ha entrado luz al recinto y así no se han dañado las imágenes.

Unos kilómetros más adelante ya estamos en la reserva natural. Vicuñas, llamas, tarucas (ciervos altiplánicos), suris (avestruces endémicas) y cóndores son parte de la fauna que vemos a pocos metros de la carretera de tierra por la que viajamos. Llegamos a Guallatire, donde almorzamos en la posada comunitaria Doña Betty. Explica Cristián que una de las mejores iniciativas recientes ha sido la promoción de la cocina patrimonial con mujeres de las comunidades andinas asesoradas por el especialista Andrés Ugaz, del equipo del famoso chef peruano Gastón Acurio. Visitamos la recién restaurada iglesia de la Inmaculada Concepción con muros de piedra y techumbre de paja brava. Magdalena cuenta que fue un trabajo complejo, en condiciones bastante extremas, principalmente por las bajas temperaturas de invierno. Luego de un rápido paso por el lago Chungará llegamos a Socoroma y su restaurado templo San Francisco.

En el taller de Arte Estrella, nuestros guías Hilda y Vicente nos despiden con una pieza de artesanía que es una pareja andina en fiesta de siembra o Pachallampe, hecha en técnica encolada por mujeres capacitadas durante el proyecto de restauración. Esa noche llegamos a la cálida Arica, que nos recibe con una privilegiada temperatura haciendo honor a su apodo de “ciudad de la eterna primavera.” Ya sabemos que tenemos que volver: que mayo es el mes del regreso y que en Arica Parinacota hay aún mucho que descubrir.d www.fundacionaltiplano.cl.

La Fundación Altiplano Monseñor Salas Valdés existe hace cerca de quince años como un sueño de un grupo de estudiantes santiaguinos que se deslumbró con el mundo andino de Arica y Parinacota. Su propósito es promover el desarrollo con comunidades andinas y rurales en base a su modelo Patrimonio y Desarrollo Sostenible: Conservación Patrimonial (Plan de Restauración de Iglesias Andinas), Escuelas Taller de Aprendizaje, Comunicación (Festivales Arica Nativa y Arica Barroca) y Valor Compartido (Ruta de las Misiones). El financiamiento de su trabajo se logra con apoyo principal del Gobierno Regional de Arica y Parinacota y del World Monuments Fund. “Porque me enamoré de ti” es el lema de una campaña para promover mundialmente a la región como paisaje cultural.