Chiloé es conocido por sus centenarias Iglesias, reconociendo en ellas un diseño arquitectónico único y de alto interés histórico para la comunidad chilota. Por lo mismo, siempre estamos al tanto de los esfuerzos gubernamentales y privados por mantener el patrimonio arquitectónico de la zona que en su mayoría son de inspiración jesuita. Pero durante un viaje a la isla grande descubrí una nueva área
de trabajo de restauración patrimonial, pocas veces contada, y de igual o más valor para la comunidad que las conocidas restauraciones de sus templos. Se trata de la restauración de las piezas de imaginería religiosa que son parte de las Iglesias y que
Es así que encontré muy interesante la labor de alumnos del área de Restauración de la Escuela de Artes Aplicadas quienes en conjunto con el Centro de Iniciativa Culturales del Museo de la Evangelización de la Parroquia de Achao, trabajaron para restaurar y conservar figuras religiosas de la patrona de la Parroquia Nuestra Señora de Loreto, Capilla Nuestra Señora de Amparo de Matao y de la Capilla de Calén de la Parroquia de Dalcahue. Todas ellas de alto valor histórico, algunas con más de cien años, cultural y sobre todo por el afecto y devoción de la comunidad Achaina.usualmente no se consideran en los costosos proyectos de restauración arquitectónica, ya que no forman parte del bien inmueble de la Iglesia, y por lo general quedan a la deriva de los años y sus usos.
El equipo de trabajo compuesto por alumnos de la Escuela de Artes Aplicadas y su coordinador Académico, Alfonso Valdebenito,
intervinieron imágenes de vírgenes, San Ignacio de Loyola, piezas de San Francisco de Asís, cristos, entre otros. La mayoría hechas de yeso, madera y policromado, los cuales no contaban con procedimientos de conservación y muchas de ellas con partes faltantes que fue necesario completar a través de técnicas de restauración de moldes.
Por otra parte, el equipo, se trasladó a la Isla de Chaulinec para entregar un crucifijo de metal, ícono religioso con importantes daños estructurales y fue restaurado por el alumno, Nicolás García, quien lo solicitó al Fiscal Capilla de la Villa de Chaulinec, con motivo de su proyecto de titulación para ser restaurados en Santiago.