EL MUSEO DE ARTE POPULAR AMERICANO TOMÁS LAGO (MAPA) CELEBRA SUS 70 AÑOS CON UNA MUESTRA DE LOS ÚLTIMOS OBJETOS LLEGADOS A SU COLECCIÓN. NO SON SINÓNIMO DE ARTESANÍAS, DICE SU DIRECTORA NURY GONZÁLEZ, SON PIEZAS "POÉTICAS, EMBLEMÁTICAS Y AURÁTICAS QUE REFLEJAN UN COTIDIANO".
Fuente: Revista Vivienda y Decoración -Paula Donoso Barros.
Se inauguró en 1944. Primero en el Castillo Hidalgo y luego siguió itinerando, estuvo en el MAC del Parque Forestal y luego en calle Compañía, entre Cueto y Sotomayor. Ahí siguen estando los depósitos, los talleres de restuaro e investigación, pero su cara visible se abrió hace tres años en el subsuelo del GAM. El MAPA, uno de los primeros museos que existió en Latinoamérica abocado al arte popular debe su nombre Tomás Lago, al crítico y ensayista pionero en el estudio de esta manifestación artística, y gestor de buena parte de las adquisiciones en sus inicios. Su amistad con Pablo Neruda, cuenta Nury González, directora del museo, "ayudó a que el poeta consiguiera que los gobiernos americanos donaran piezas de arte popular". Se refiere a objetos hechos manualmente y que tienen que ver con lo doméstico, con el imaginario popular, y cuya definición no es simple, pues se topa cercanamente con la artesanía.
-El arte popular se relaciona tanto con el mundo rural como urbano, y los objetos que pueden o no ser utilitarios, son piezas absolutamente poéticas, emblemáticas y auráticas.
Muchas veces representan oficios que ya no existen. Pero también pueden dar cuenta del quehacer contemporáneo. "En cualquiera de los dos casos es algo que tiene que ver con la vida del artista. Si uno recorre pueblos hacia adentro en la cordillera verá que hay antenas de televisión satelital. La gente está viendo televisión, eso es su cotidiano y lo reproducen; otras veces se quedan anclados en mantener su tradición. Y las dos vertientes son valiosas porque dan cuenta de un momento". Pero así como al Museo de Bellas Artes no entran todas las pinturas, explica Nury González, en el MAPA sucede lo mismo. "No toda la artesanía entra a este museo; no toda la artesanía es arte popular. La forma particular de un objeto, su colorido o su movimiento pueden destacarlo de la producción en serie". La muestra -abierta hasta fin de año- revisa diversos materiales y técnicas: animales tallados en madera de la comunidad paraguaya Aché-Guayaki, indumentaria indígena de la Comarca Guna Yala. Cerámica e imaginería religiosa. De Cuba, hay autos hechos con latas de bebida, "son los modelos que hoy circulan por La Habana; tienen una gracia infinita". Muchos de los objetos son donaciones de la misma directora, que reconoce "una pasión coleccionista". De Chile, una serie de guirnaldas de papel -que se instalaban en las fondas para el 18 de septiembre- es parte de la colección que el artista Eduardo Vilches inició en los años 60, cuando las compraba en el mercado de Concepción a Teófila Hinojosa. También hay caballitos de cerámica policromada que donó su autora, Elizabeth Gálvez, poco antes de morir. Algunos están quebrados y pegados por la artista, por lo mismo los dejamos así". Están los volantines de Carlos Álvarez, y las miniaturas de Pomaire, hoy casi desaparecidas: "Hacerlas implicaba pausa, tiempo, lo que ya no hay en el mundo de hoy", dice Nury. También hay piedras talladas mapuches que donó Gonzalo Díaz, una colección que fue de su abuelo, Aurelio Díaz Meza, que era periodista y estuvo en el parlamento mapuche Coz Coz, en 1907. Historias que forman parte del relato en la sala, que desde los muros entrega contexto a los objetos. Vírgenes cubanas en papel maché; pájaros en madera hechos en Gorbea y canastos de fibras naturales tejidos en Chiloé y otros que replican la misma técnica, pero que Mirta Pérez hace con los cabos de las salmoneras que el mar bota en la playa de Achao. "Tiene que ver con la capacidad de usar lo que da la naturaleza; es lo que hoy le entrega el mar", dice Nury.
"HAY SIMPLEZA, TERNURA... ALGO TIENE UNA PIEZA QUE LA DESTACA, LA HACE DISTINTA ENTRE LAS DE SU SERIE".
