Recorrer la zona de San Pedro y sus alrededores resulta siempre inspirador. El desierto y la cadena de volcanes como telón de fondo dan la sensación de estar en un lugar que no es la Tierra, sino que otro planeta, mucho más cerca del cielo. Hace poco fui a San Pedro de Atacama y visité su iglesia, la que queda a un costado de la plaza. Aunque ya la había visitado, me volvió a llamar la atención el uso de madera de chañar, algarrobo y cactus tanto en techos como puertas, materialidades que se repiten en otras capillas de la zona. También resulta interesante la utilización de cuero de llamo para el envigado de las tablas. Se dice que fue el templo el que dio pie al desarrollo del pueblo mismo. La blanca iglesia de San Pedro es un ejemplo de la arquitectura colonial con fuerte influencia indígena. Este Monumento Nacional, de marcado estilo andino, posee un característico cerco de adobe que lo rodea. El edificio fue construido cerca de 1641 -época en que fue sede parroquial-, aunque sus muros actuales datan de 1744. Su torre es de adobe, pero antes fue de madera. Su planta, en forma de cruz latina, posee 41 metros de largo por cerca de 7,5 metros de ancho. Su nombre se debe a San Pedro, para cuya fiesta, cada 29 de junio, el pueblo se engalana y llena de colores y alegres melodías con bailes típicos, cofradías y una gran procesión en honor a su santo. Si bien es una de las principales iglesias de la zona, no es la única de gran atractivo arquitectónico. Otra muy famosa es la de Toconao; su campanario es uno de sus sellos y consiste en una torre construida con los mismos materiales del templo -adobe y piedra-. Se ubica varios metros distante del santuario mismo y es más nuevo que el templo mismo. También declarada Monumento Nacional, la iglesia de San Lucas es una de las más antiguas de Chile, construida a mediados del siglo XVII. De estilo colonial atacameño, se usó, al igual que para la de San Pedro, madera de cactus para el techo y las puertas. La ruta de las iglesias Similar a otras capillas del altiplano chileno, los actuales edificios son construidos en adobe y están pintados de blanco. Aparte de las nombradas con anterioridad, están también las de Chiu Chiu, Ayquina y Caspana. Según un catastro de la Región de Antofagasta, hay 21 iglesias de pueblos indígenas, las que fueron construidas entre el siglo XVII y XVIII. Un número importante para construir una ruta altiplánica. Sin embargo, muchas de ellas se encuentran en mal estado, lo que hace necesario invertir en su restauración. Hasta ahora los pueblos se han mantenido gracias al cuidado de quienes los habitan. Son los llamados fabriqueros o fabriqueras, quienes tienen la responsabilidad de cuidar y mantener estos santuarios, los que sufren daños por las lluvias altiplánicas y sismos.