Tradicionales locales construidos en el siglo XIX con más de 20 años de existencia y atendidos por sus propios dueños son algunas de las características del comercio tradicional, que cada día desaparecen ante el crecimiento del retail y las multitiendas, pero que en tiempos de nuestros padres y abuelos eran parte de la arquitectura social y cultural. Reflejan el trabajo de viejas generaciones que llegaron al país con un sueño, fundando empresas de todo tipo tales como camiserías, carnicerías, confiterías y ferreterías, entre otras. En esa búsqueda por rescatar y poner en valor el comercio de barrio, nace "Boliches con Historia" proyecto de la periodista y gestora cultural, María José Guallar, hija de comerciante tradicional, quien a pesar de no poder continuar el legado de su padre, sintió la necesidad de recopilar y realizar una guía virtual sobre los principales comerciantes de barrios, permitiendo conocer sus orígenes, oficios y cómo su existencia le da vida a la arquitectura cultural de Santiago.
¿Cómo surge la idea de crear esta guía virtual?
Antes de la guía virtual, existía la idea de hacer un libro o un catastro del comercio tradicional, pero por temas de presupuesto no se pudo. Esta idea surge desde mi historia personal, ya que mi padre es comerciante tradicional de San Bernardo, lugar del que somos originarios desde hace más 56 años. Lo instaló mi abuelo que provenía de España y se erradicó en Chile. Él montó una camisería, donde se vendían camisas, pañuelos, corbatas, es decir todo lo que visten los hombres, excepto artículos de sastrería. Sin embargo, es un negocio que ya no existe. Es así que toda mi vida me crié al lado del mundo del comercio en una época en que San Bernardo era un importante centro mercantil. Desde hace 15 años, con la emergencia de las grandes tiendas del retail y las multitiendas, comenzaron a desaparecer los tradicionales locales que, desde mi punto de vista, contribuían al paisaje del Gran Santiago. Ahora es todo muy igual y homogéneo, el comercio de barrio aporta en la entrega de un toque de imperfección a la estructura de la ciudad. De ahí que creí importante hacer un catastro fotográfico de los lugares que estaban prontos a desaparecer. Pero luego me di cuenta que era necesario abarcar más, así que comencé a buscar y pasear para realizar un levantamiento desde la base.
¿Cuánto tiempo consideró este registro?
Son alrededor de seis años. Comencé buscando en los lugares más cerca de donde vivo, Nuñoa, Santiago Centro e Independencia. El objetivo era recorrer sitios y si encontraba alguno con las características de un comercio tradicional, entrevistaba a sus dueños para conocer su historia . De a poco fui realizando el registro en mi tiempo libre. En conclusión, este se fue convirtiendo en un proyecto más sólido y elaborado. Mi idea original era crear un libro, para eso postulé a un Fondart que no gané. Pero aun así, sentí la necesidad de mostrar el trabajo que realicé y pensé en un sitio web, lo cual era más fácil de auto gestionar, para difundir el oficio del comerciante, su tradición, reconocer a los boliches como integrantes de nuestro patrimonio local, fortalecer nuestro principio de pertenencia a un lugar, entre otras cosas.
¿Qué características debe tener un comercio de barrio o boliche?Existe una serie de requisitos que se deben cumplir. Estos deben ser lugares que tengan al menos 20 años de existencia, pensando que con ese número existe un vínculo con el entorno bastante importante, ya que han pasado al menos dos generaciones donde se han forjado relaciones estrechas con clientes y vecinos. Dejamos el anonimato, del cual somos víctimas en las grandes tiendas. Son lugares atendidos por sus propios dueños, es una relación directa. Por lo mismo, el tejido social es bastante apretado. También, su infraestructura es de pequeña escala y se puede manejar con pocas personas. Además, es posible apreciar bien su oferta que es muy tradicional, ya que generalmente es de primera necesidad porque son lugares que venden productos no servicios, o sea el pan, aceite, huevos, o artículos de ferretería, librería. Vale decir, una oferta tradicional de productos. Lo que es, finalmente, un enclave muy característico en un barrio.
En este trabajo de recopilar, ¿Te has encontrado con alguna historia o anécdota?¡Un mundo gigante de historias! Hay muchas anécdotas, historias duras. La vida de un comerciante es muy sacrificada. Me acuerdo de un caso en particular, se trata del comerciante de nombre Manuel Rodríguez, quien tenía una carnicería que se cerró el año pasado. Él era hijo de carnicero, pero él deseaba ser futbolista inicialmente. Es una bella historia considerando que existe esta vida sacrificada del cadete con su tradición que debe continuar con el legado de la familia, pero por otro lado está lo que realmente te gusta. Finalmente, se inclinó por el lado de la carnicería y quedó fascinado con su oficio. Además, él era un apasionado por el tango, uno entraba a su carnicería y se encontraba con un homenaje a Gardel, lleno de fotos y hermosa decoración, y todo el día al son del tango. Era tanta su pasión, que al visitar la carnicería, si estaban tocando el tango que a Manuel le gustaba, él te sacaba a bailar. Su local tenía todo un contexto y era conocido en el barrio por ser la tanguería-carnicería. De hecho, algunas veces iban alumnos de la Escuela Espiral que queda en la calle Brasil, armaban una tanguería improvisaba en la calle. Se producía un evento muy lindo. Desgraciadamente, esta carnicería cerró el año pasado, porque el dueño estaba muy viejo, no tenía la fuerza para seguir.
¿Cuál es tu apreciación respecto a estos locales en la arquitectura de Santiago?Lo pienso más como una categoría del paisaje cultural que contribuye al entorno. Los más antiguos son testigos del paso del tiempo, arquitectónicamente hablando, en cuanto al diseño de las baldosas, del mobiliario, ya que son representativos de una época. Éstos son parte de un barrio, lo alimentan, le dan características, creo que desde lo historiográfico le dan a la ciudad características diferenciadoras frente a una ciudad que es un poco hibrida. En el sentido que hoy todo es muy homogéneo, todos los barrios son parecidos. La diversidad urbanística es lo que hace más rica a las ciudades y es lo que hoy encuentro que está desapareciendo, no sólo a lo relativo al comercio de barrio.
¿Cómo es la acogida de los locatarios a tu proyecto?Es bastante diverso. Algunos enganchan de inmediato y me abren las puertas de su local. Sin embargo, hay otros que les llama la atención, en el sentido de porqué me quiere entrevistar si yo no hago nada en especial, sólo mi pega y lo hago desde hace muchos años. Este es un aspecto que necesito resaltar. También hay gente que se opone totalmente, le parece una cuestión impertinente, no se dan el tiempo, están muy ocupados y desconfían mucho del proyecto. Lo único que quieren es que me vaya “rápido”. En esos casos sólo, los dejó en mi lista de locales por visitar, para ver si existe la posibilidad de visitarlos nuevamente y que sus dueños cambien de parecer.
¿Cuáles son tus próximos desafíos en torno a este proyecto?
Pretendo retomar este año el tema del libro, ya que nos ha ido muy bien con el sitio. Éste comenzó en enero y contamos con una buena acogida de parte de la gente. Ahora en marzo retomo a full mis labores de reporteo y la gente me envía nuevos datos para visitar. Todo esto se ha ido dando espontáneamente. También me gustaría continuar con el registro, concretar la creación del libro ya que le da una dignidad al proyecto y lo plantea como un tangible al futuro. Tengo súper claro que estos locales terminarán acabándose, pero mi interés es que en el presente se pongan en valor.
También me encantaría contar con presencia en regiones y que las personas puedan colaborar desde sus ciudades para ayudar a hacer crecer este registro. También, a largo plazo, me encantaría que estos locales contaran con un aporte estatal y que los reconozca como legado patrimonial.
Imágenes cortesía de María José Guallarv - www.comerciodebarrio.cl