¿Welén o Santa Lucía? Esa fue la pregunta que hace algunos días fijó la atención en el cerro capitalino. La iniciativa de la Municipalidad de Santiago -sometida a consulta ciudadana junto a otras de interés comunal- buscaba reivindicar su nombre original. La idea no prosperó, pero sirvió para revisitar la historia de un sitio fundamental en la vida de la ciudad; un hito que según los expertos tiene otras urgencias antes que cambiar su denominación. Algo se está haciendo.
Claudia Pérez Fuentes.
Fuente: Revista Vivienda y Decoración, El Mercurio.
Un 54,23% en contra, versus un 45,77% a favor. Ese fue el resultado de la votación que hace un par de semanas tuvo al Cerro Santa Lucía en el centro de la polémica. La opción de cambiar su nombre por el de Welén -la propuesta era con "w"- fue parte de las preguntas que contempló la consulta ciudadana impulsada por la Municipalidad de Santiago para conocer la opinión de sus habitantes en distintas materias.
Cartas a los diarios y notas periodísticas dieron cuenta del debate en torno a la denominación del hito. "Pertenece a toda la ciudad, no solo a quienes viven en la comuna", opinaban algunos; otros valoraban la reivindicación del nombre dado por los pueblos originarios. Al final, y según los resultados entregados el pasado 20 de octubre, seguirá siendo Santa Lucía. "Es comprensible la idea de querer rescatar el origen indígena, pero en el imaginario urbano siempre va a ser Santa Lucía", comenta José Rosas, director del Centro del Patrimonio de la Universidad Católica.
"La modificación habría dejado a muy mal traer documentos y literatura en torno al cerro. Hay que respetar la estratificación histórica", opina el profesor de historia de la arquitectura de la U. de Chile, Patricio Duarte. Por razones como estas, la mayoría de los expertos discrepaba con la propuesta municipal. Para ellos son más importantes -y urgentes- otras operaciones en torno al cerro, por ejemplo, que se conecte de mejor manera con la ciudad, sobre todo en sus frentes de Alameda y Victoria Subercaseaux, zonas donde la urbe y sus habitantes no se integran de manera efectiva con él. "No hay un ambiente que propicie el paseo y la contemplación. Hay que fomentar su condición de espacio público", dice Antonio Sahady, director del Instituto de Historia y Patrimonio de la Universidad de Chile.
Para el académico, el Monumento Histórico -declaratoria dada en 1983- ya no tiene la prestancia de antes. "Durante los últimos años ha sido degradado y humillado por los edificios en altura. Han afectado su presencia y atentado contra su belleza, antes lo único que sobresalía junto a él, eran las torres de las iglesias". Menciona además otro hecho que afectó su carácter: la construcción de los pasos bajo nivel a los costados oriente y poniente. "Se convirtieron en una barrera". Coincide con él José Rosas. "Lo aislaron y desvincularon de la calle".
La Municipalidad de Santiago tiene en cuenta estos problemas. Hace un par de semanas, y en medio de la polémica por el cambio de nombre, anunció algunas medidas que buscan devolver el esplendor del cerro. Se enmarcan en un Plan Maestro que persigue potenciar los atractivos y usos del lugar, que no ha sido intervenido desde 1988. Entre las iniciativas se cuentan la refacción de las zonas dañadas por el terremoto de 2010; la construcción de una explanada que mejorará el acceso poniente y lo conectará con la Plaza Vicuña Mackenna, a un costado de la Biblioteca Nacional, y el techado del paso bajo nivel de Lira. También se planea la construcción del Paseo Welén, circuito peatonal que busca unir el icono con la Quinta Normal.
Los tiempos del Santa Lucía
Dolor. Eso significa en mapudungun Welén, nombre que originalmente dieron los indígenas a la colina que marcó el desarrollo de la ciudad. Para ellos tenía un significado sagrado, de mancomunión con el cielo. Fueron los españoles quienes a su llegada habrían cambiado el nombre. La versión más conocida es que Pedro de Valdivia tomó posesión del cerro el día de Santa Lucía.
Eso fue en el siglo XVI, cuando la capital empezaba a perfilarse de la mano de su geografía. El cerro -junto al Río Mapocho y La Cañada-, le otorgó desde sus comienzos un carácter inconfundible y determinó su configuración y límites iniciales. "Condicionó la traza urbana", dice Antonio Sahady. José Rosas complementa: "Es parte del ADN de Santiago, de su metabolismo. Tiene una riqueza visual, histórica, patrimonial, de uso y de paisaje que son únicas", explica.
En un comienzo -más allá de su rol como atalaya y enclave defensivo- su influencia estuvo relacionada con la supervivencia de las manzanas fundacionales, al manejar los flujos de agua que venían desde el Mapocho. "Era un elemento de sustentabilidad urbana", explica el académico de la UC. Algunos molinos y ermitas -como la del Socorro y de Santa Lucía-, formaban parte de la infraestructura instalada en los faldeos, lo demás, rocas, polvo y desfiladeros poco amables.
Salvo algunas casas que se construyeron más adelante, el panorama no varió durante los siglos XVII y XVIII. Fue en el siglo XIX cuando el Santa Lucía experimentó transformaciones significativas, llegó a albergar un observatorio, además de fortalezas y un cementerio. Pero no fue sino hasta 1872 cuando vivió su cambio más radical. Ese año el intendente Benjamín Vicuña Mackenna lo incluyó en su plan de renovación urbana y cambió su rostro.
"Se incorporó con propiedad a la ciudad, Santiago lo reconoció", comenta Duarte sobre este período. Paseos, plazas, miradores, esculturas, fuentes de agua y diversos ornamentos traídos de Europa -continente cuyas influencias marcaron las intervenciones paisajísticas- convirtieron al cerro de casi 650 m de altura en referente y punto de encuentro, en uno de los espacios públicos más frecuentados por la sociedad de la época.
Sucesivas mejoras -como el "Acceso Monumental" de la Alameda, del arquitecto Víctor Villenueve- le dieron el aspecto que conserva hasta hoy. "Pasó de ser un peñón, a un parque y luego a un edificio verde con distintos programas, usos y recintos", dice José Rosas. Los académicos de la U. de Chile concuerdan, pero insisten en la pérdida de valor que ha sufrido. "Hay que recuperar y privilegiar su condición de paseo y mirador; reinsertarlo como protagonista de la ciudad. Eso es más importante que cambiar su nombre".
Recuadro :
EL 17 DE SEPTIEMBRE DE 1872, CON SUS PRINCIPALES OBRAS TERMINADAS, SE INAUGURÓ DE MANERA OFICIAL EL CERRO SANTA LUCÍA.
Imperdibles: Varios son los atractivos que concentra el Cerro Santa Lucía que la imagen muestra en sus etapas iniciales. La terraza Caupolicán -con una escultura del guerrero realizada por Nicanor Plaza-, el Castillo Hidalgo, la Plaza y Fuente Neptuno; la Ermita donde están los restos de Benjamín Vicuña Mackenna y la torre mirador de la cima, son algunos de los imperdibles del recorrido. Otro clásico es el cañonazo de las 12:00, cuya primera detonación fue en 1824. Aires restauradores: Al Plan Maestro anunciado por la Municipalidad de Santiago para mejorar el entorno y las áreas verdes del icono capitalino, se suma el concurso público "Ideas para el Cerro Santa Lucía" (www.concursosantalucia.cl) presentado esta semana. Organizado por la Corporación Cultural de Santiago con el apoyo municipal, busca generar propuestas de intervención que permitan revitalizar y poner en valor el hito.