Larga,duradera, sobrevive al paso del tiempo acarreando entre sus hojas su propia experiencia. Abrir un libro antiguo es comenzar un viaje hacia los ana- les de la humanidad, pues su encuadernación, tipo de papel y hasta la gráfica utilizada nos revelará mágicamente su tiempo y momento histórico. Por Francisca Cristi

 Fuente: Revista Más Deco - La Tercera. De mano en mano, de boca en boca, un libro es mucho más que una buena historia, es un viaje que nos transporta al mundo de su narrador, a su época y a su contexto, y esta información no solo se lee en sus páginas, sino que comienza a develarse desde su tapa, desde el material que se usó o el tipo de encuadernación que tiene. Así se puede dilucidar incluso el período en el que fue fabricado, si se trata de una primera edición, si ya ha sido restaurado una vez, o si se trata de un ‘incunable’, o simplemente del viejo libro regalón heredado del abuelo. Sin embargo, hoy por hoy los famosos ebook le han declarado la guerra al papel, una batalla dura y cruenta, pero que difícilmente vencerán mientras existan los que aún prefieren el olor a papel, el dar vuelta una página, o simplemente ser capaces de reconocer el valor intrínseco de un libro antiguo. Y esto muy bien lo sabe Carlos Vivar, dueño de la tradicional librería de libros usados El Cid Campeador, que lleva más de 28 años en el barrio Lastarria (Merced 345). Carlos es un librero de tomo y lomo y con solo mirar un ejemplar es capaz de reconocer su origen y data. En su tienda tiene a la venta más de 12 mil ejemplares (en bodega tiene 30 mil) y por su librería circulan los más exigentes coleccionistas, artistas y famosos escritores como el poeta español Luis García Montero (esposo de Almudena Grandes), que anduvo hace unos días en Chile y aprovechó de pasar a surtirse de un cuanto hay. Lo que más se vende es historia de Chile y poesía, también muchos libros de ciencia, química, rarezas matemáticas, libros firmados por el autor, primeras ediciones, clásicos, ejemplares escasos y joyitas para su clientela exigente, como una colección de cuatro tomos de La  Recopilación de Leyes de los Reinos de Las Indias, mandada a imprimir por su majestad el Rey Don Carlos II, de 1681, original. La experiencia del oficio mismo lleva la experticia en el tacto, y más allá de la teoría, el ojo se afina con los años. Así, y mientras pasa la mano por un antiguo libro, Carlos trata de explicar esa cosa que lleva ya de forma innata que le permite identificar un buen ejemplar. “Para reconocer un libro así, lo primero es identificar el tipo de hoja, esta es una hoja con muy poco ácido. Antiguamente se hacía un trabajo mucho más artesanal, pero cuando aparece la imprenta aparecen nuevas técnicas. Por eso al pasar la mano por el papel se nota cierta rusticidad. Si alguien quisiera hacerle una fotocopia y envejecerlo para hacerlo pasar, al tacto te das cuenta que no lo es. En este caso también se nota que se trata de un libro que trataron de parchar con un papel que no debió haber sido”, explica, analizando un antiquísimo ejemplar de La Recopilación de Leyes de los Reinos de Las Indias, agregando que la tapa está hecha con un cuero especial, muy suave, que debió ser de un animal nonato, ideal para encuadernación.

Restauración 

La restauración y encuadernación es un oficio antiquísimo y comúnmente realizado por hombres, hoy en Europa existen talleres famosos que se dedican exclusivamente a rescatar valiosos libros históricos con el mayor cuidado y detalle posible. Que si están hechos con papel 100% algodón o con papel con lignina, que si la encuadernación es tal o cual, si la curtiembre del cuero es la apropiada, etc.. Así, son miles los detalles a considerar en este fascinante arte que mucho tiene de teoría y muchísimo también de habilidad manual. En Chile, a nivel institucional, en el Centro Nacional de Conservación y Restauración existe el Laboratorio del Libro, a cargo de la restauradora Claudia Constanzo. Mientras que en un plano particular, los 20 años de experiencia de Olaya Balcells la han llevado a hacerse un nombre en el rubro, y su Taller de Oficios del Libro (www. oficiosdellibro.cl) es un buen ejemplo de este maravilloso quehacer.

¿En qué consiste el proceso? La conservación y restauración de un libro, ya sea de un particular, un archivo histórico o de una biblioteca pública, se basa en tres etapas: el diagnóstico del estado de conservación, la realización de un plan de trabajo con sus distintas alternativas y la intervención misma del libro. No hay nada, o prácticamente nada, que no se pueda restaurar; sin embargo, un buen restaurador debe conocer bien tanto su oficio como sus límites y competencias; esto es vital para saber si es capaz de realizar un determinado trabajo o si, por ejemplo, necesitará ayuda de terceros. ¿Qué es lo más antiguo que te ha tocado restaurar? Las actas de la fundación de la ciudad de Santiago (1552), cuando trabajaba en el Archivo Nacional, en un proyecto financiado por la Fundación Andes, en restauración de archivos históricos. Me tocaron trabajos superlindos, como restaurar el último diario de vida de José Miguel Carrera(1800 app) fue muy emocionante, porque cuando ves algo escrito de puño y letra de una persona, ya no es el héroe, es la persona común y corriente. Y en este caso el marido de alguien que le está escribiendo a su mujer diciéndole que la va a dejar sola con los niños y que no sabe qué hacer. ¿Cómo se identifican las épocas? Por el tipo de encuadernación, el tipo de gráfica, y saber contextualizar lo que se usaba en cada periodo. Por ejemplo, los famosos ‘incunables’ son todos los libros que se hicieron en los 50 años posteriores a la invención de la imprenta, que fue en 1450, por lo que los incunables son los de hasta 1500.

¿Qué materiales usas? Depende de si será para un particular o por ejemplo para una biblioteca pública, porque esta última supone un uso masivo del libro, por ende debe ser más resistente; por supuesto ninguna biblioteca tiene en circulación un libro valioso. Además le interesa que se restaure hasta el último pedacito, y si no se puede rescatar debe ir en una cajita como testimonio de la historia del documento. Al particular, en cambio, generalmente eso no le interesa, lo que quiere es que el libro quede bonito y lo pueda poner en la mesa o que se pueda leer bien, y para los