Fuente: Consejo de la Cultura - CNCA.
Homologando lo ocurrido con Valparaíso, Rapa Nui, Sewell, las iglesias de Chiloé y las oficinas salitreras de Humberstone y María Elena; Chile está muy cerca de integrar nuevamente el listado de Patrimonio de la Humanidad de Unesco, pero por primera vez a partir de una expresión de patrimonio cultural inmaterial. Ello, luego de que el jurado internacional a cargo de revisar las postulaciones, evaluara positivamente la nominación de los “Bailes chinos” de nuestro país.
De esta forma, la propuesta presentada por el Estado de Chile, y coordinada por el Consejo de la Cultura, se encuentra en la última instancia de revisión, ad portas de ser reconocida como Patrimonio de la Humanidad, nominación que recién podría ser ratificada en la 9° Reunión del Comité para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, a realizarse entre el 24 y 28 de noviembre próximo en la ciudad de Paris.
La ministra de Cultura, Claudia Barattini, destacó que por casi dos años “nuestros equipos han realizado una minuciosa y potente tarea para preparar la postulación, pues tenemos la convicción que se trata de una expresión representativa y que guarda buena parte de la historia de la zona central y del norte chico del país”.
En ese sentido, la secretaria de Estado afirmó que “el Estado debe ser un gestor en el proceso de visibilización de las expresiones tradicionales, lo que se traduce en una señal clara y potente de nuestro imperioso desafío de poner en valor nuestro patrimonio, promover su registro, transmisión y salvaguardia”.
Asimismo, la ministra Barattini comentó que “en esta gestión hemos querido dar especial énfasis a la valoración del patrimonio, dentro de su dimensión material e inmaterial, y en esa línea, nos hemos propuesto la tarea de relevar que detrás de distintas expresiones y tradiciones está la historia de nuestro país, de nuestras familias, de los pueblos originarios, y todo un patrimonio cultural inmaterial que queremos salvaguardar”.
Un “baile chino” es una cofradía de músicos danzantes devotos católicos, cuyos integrantes expresan su fe a través de un estilo definido de música, baile y canto. El primero de ellos se originó en la localidad de Andacollo, en 1585, y mantiene su vigencia hasta hoy.
Esta práctica se desarrolla principalmente desde el norte de Chile hasta los valles de la zona central, fundamentalmente en las regiones de Coquimbo y Valparaíso. La música, las coreografías danzarias (mudanzas) y el arte del canto de las coplas, son transmitidas de generación en generación, y son justamente estas expresiones las que se están relevando en esta instancia.
La postulación fue formulada a partir de la solicitud explícita de los 30 bailes chinos demandantes, quienes suscribieron y dirigieron cartas a Unesco y al Estado chileno para que este último tomara medidas concretas que aseguren la salvaguardia de esta expresión. No obstante, de ser aprobada, la postulación involucra a cerca de sesenta organizaciones de bailes chinos presentes en todo el país.