Similares a nuestras antiguas ‘micros’, en lo que a popularidad respecta, los famosos buses escalera son parte del paisaje y la historia de Colombia. Originarias del departamento de Antioquia, en el noroeste de ese país, la fama de las ‘chivas’ trascendió las fronteras de esa región y hoy son consideradas como expresión del arte popular latinoamericano.
Se trata de vehículos típicos que fueron adaptados de forma artesanal para el transporte público rural con el fin de trasladar a personas, animales y mercancía en general. Muy populares en las primeras décadas del siglo XX, cuando fueron introducidas en la zona montañosa de Antioquia mientras se construía una amplia red de carreteras en Colombia. Fue entonces que las autoridades regionales importaron buses europeos capaces de construir caminos y, a la vez, de transportar pasajeros y carga. Sin embargo, estos vehículos eran demasiado pesados y destruían las vías rurales de la zona. De esa manera, sucedió que a algún iluminado se le ocurrió construir las carrocerías de madera, y así los artesanos locales dieron vida con variadas figuras, símbolos y colores a las hoy famosas chivas.
Además de ser muy coloridas, una de las grandes características de las chivas es que no tienen puertas ni ventanas de vidrio y que su decoración está compuesta por motivos religiosos, populares y paisajes naturales con pequeños detalles geométricos, pintados siempre a mano y con tonos que se inspiran en la bandera colombiana: rojo, amarillo y azul. Se construyen sobre un chasis de bus en cuyo interior hay bancas removibles. En la parte trasera del vehículo existe una escalera que conduce al techo del bus, que tiene una parrilla que lleva equipaje, alimentos, animales e incluso personas -algo que hoy ya no está permitido-. Además suelen recibir nombres especiales de parte de sus dueños, los que se escriben en el mismo vehículo y que son reflejo del cariño del chofer hacia este.
Hoy las chivas ya no cumplen el rol de transporte público que las hizo tan famosas en una época, sino que se usan para fines turísticos, culturales y de esparcimiento. Sin embargo, son y seguirán siendo un ícono de la cultura de Colombia.