Muchos pensarán que con la desaparición de los kawésqar también murieron sus tradiciones. Afortunadamente, sus descendientes han mantenido algunos aspectos de su cultura como la artesanía, y dentro de ella la cestería. Los kawésqar también son conocidos por el nombre de alacalufes y se trata de un pueblo que habitaba las cercanías del estrecho de Magallanes.
Hace poco fui a la inauguración de la tienda en el aeropuerto de la Fundación Artesanías de Chile y pude observar varios objetos realizados en cestería de junquillo, una fibra vegetal que crece en regiones del sur de Chile y que es un material fundamental en la confección de piezas utilitarias y ornamentales. Lo que más me gusta de este tipo de piezas de artesanía es la irregularidad de las formas y su aspecto primitivo.
En la ocasión conocí a Carolina Quintul, una de las últimas artesanas kawésqar de la zona de Magallanes. Proveniente de Punta Arenas, esta maestra artesana de 57 años y madre de cinco hijos se ha especializado en la cestería de junquillo. Con esa materia prima confecciona canastos, paneras, canoas en miniatura, entre otros objetos. Es parte de la red de artesanos -más de dos mil personas- de esa fundación desde hace aproximadamente cuatro años.
Además, Carolina pertenece a la agrupación de artesanos de la Plaza de Armas de Punta Arenas, lugar donde trabaja hace más de quince años comercializando sus productos típicos.
Uno de los aspectos más importantes de su trabajo es que lo ha transformado en un negocio familiar, ya que también su marido, sus hijos y sus nietos han seguido con la tradición, herencia viva de sus antepasados kawésqar.