Jorge Monares es el autor de esta pieza hecha en metal rojo. A él lo conocí hace ya varios años cuando realizaba la investigación para el libro Artesanías para Jugar, Región Metropolitana, del cual soy coautora. A través de los años me lo he topado en casi todas las ferias, encuentros y seminarios de artesanía, donde aprovechamos de conversar y ponernos al día sobre su trabajo y el mío.

Casi siempre, también, está a su lado algún ejemplar de este angelito de cobre, el cual realiza en distintos tamaños. En una reciente feria en la Plaza de la Constitución me volví a topar con él, y ahí nuevamente estaban sus obras angelicales.

No lo pensé más y, debido a la cercanía de la Navidad, le compré un angelito. Me encanta ver este ser alado custodiando el pesebre y adquiriendo un lugar preponderante al interior del tradicional nacimiento. Pero lo que más me gusta es que sea de cobre, material fundamental de la economía nacional pero el cual pocas veces se encuentra presente en nuestros hogares a través de objetos utilitarios o de decoración.

De pequeña recuerdo haber visto en mi casa desde teteras, pailas, ollas hasta móviles de cobre esmaltado, un arte típico de fines de los sesenta y comienzos de los setenta, que si bien no era de gusto de todos representó una época. En fin, hoy ni siquiera las cañerías son de cobre y han sido reemplazadas por el PVC. Pero otro dato me dejó muy sorprendida. Este tiene relación con la escasez de cobre para ser trabajado por los artesanos. ¿Cómo es posible que suceda esto en Chile, el mayor productor de metal rojo del mundo? Paradójico pero real. Así las cosas, muchas veces quienes trabajan el cobre deben arreglárselas por todos lados para conseguir el preciado metal o, de lo contrario, deben importarlo…

Afortunadamente, estos problemas no son impedimento para que artesanos como Jorge puedan seguir creando sus obras y mostrarnos la belleza de un metal que según su estado de transformación puede obtener diferentes colores, que van desde el rojo intenso hasta el verde.