El fin de semana pasado partí a Tomé a conocer las fábricas de Bellavista Oveja Tomé y Crossville (ex Paños Oveja). Ambas aún ejemplos de lo que fue el próspero pasado de una pequeña ciudad manufacturera modelo en el sur de Chile. El viaje no solo me era significativo para conocer estas antiguas factorías, sino que también era una manera de indagar en mi pasado familiar. Mi bisabuelo alemán llegó a trabajar en la administración de Paños Oveja Tomé a fines de los años veinte y lo hizo hasta la década del sesenta.

En la casa de mis abuelos maternos era recurrente escuchar hablar sobre Tomé. También mi mamá se encargó de compartir con sus hijos parte de esa memoria. Aunque no fue ella quien me llevó a conocer la ciudad, sino que fui yo quien la invitó hace unos días, junto a una de mis primas, a viajar a nuestro pasado.

Personalmente no sentí nostalgia pero sí mucha curiosidad por conocer cada uno de los recovecos de Bellavista Oveja Tomé. El complejo industrial consta de varios enormes edificios, muchos de ellos llenos de máquinas de comienzos y mediados del siglo, que aún están en funcionamiento.

Conocí a don Claudio Salgado, un trabajador que lleva más de 48 años laborando en la fábrica. Fue él quien amablemente nos mostró la lavandería, un lugar con fuerte olor a oveja mojada, donde se limpia la lana recién esquilada que llega en enormes sacos. El viaje fue organizado por Tribu Textil, una comunidad que se crea a partir del interés de tres profesionales quienes atraídos por la simbología, belleza y poder expresivo de ese mundo manufacturero, ven necesario establecer una plataforma que facilite la comunicación y el intercambio cultural de quienes ya están o desean estar involucrados en él para aportar en la mantención de la herencia textil en general. Una de sus directoras, la diseñadora teatral Jimena Villaseca, comenta que “nuestro interés es descubrir ese patrimonio que muchas veces nos es lejano, y rescatarlo para, a su vez, darlo a conocer tiene un sentido cultural de difundir nuestra historia, específicamente aquella del ámbito textil”.

El viaje a Tomé tenía como propósito que los participantes fueran testigos de primera fuente de una parte de la historia del país. Una de las más antiguas e importantes fábricas existentes en Chile, que se niega a morir, y que se ha transformado en un ícono para la localidad. El próximo paseo cultural será a conocer el plantel de producción de gusanos de seda en Córdoba, Argentina. SEGÚN EL LIBRO “Bellavista Oveja Tomé, una fábrica en el tiempo”, de Ediciones Universidad San Sebastián (2012), existiría un cierto mito relacionado con la fundación de aquella fábrica. Se dice que fue el empresario molinero Guillermo Délano quien intercambió 24 telares con Estados Unidos para crear la empresa textilera en 1865.

Un emprendimiento que mantuvo su crecimiento hasta la década de los sesenta. Lo interesante es que a partir de este surgieron otros ligados a la industria textil: la FIAP y Paños Oveja. Así fue como en 1943 un 76,7% del consumo nacional de tejidos de lana provenía de estas empresas, lo que otorgaba trabajo al 46% de los cerca de 20 mil habitantes tomecinos. Para llegar a Tomé se puede ir en auto desde Santiago por la Ruta 5 Sur hasta la Ruta 152 camino a Concepción. Luego tomar la Ruta 150 hacia Penco, la que lleva a Tomé. Un lindo y valioso paseo para conocer nuestra historia manufacturera.