David Atkinson es un académico inglés que ha trabajado toda su vida en torno al patrimonio. Lo suyo es demostrar que la historia es dinámica y que los paisajes -tanto urbanos como naturales- son parte de una nueva geografía cultural. ¿Cuán patrimonial es un monumento en la ciudad? ¿Cuánto de lo que vemos a diario en nuestro entorno es cultura? La respuesta es mucho, sino todo. Según David Atkinson, profesor de la Universidad de Hull, Gran Bretaña, nuestra geografía es generadora de historia. Invitado por la Dibam al seminario Territorio y Patrimonio, nos cuenta algunos resultados de sus investigaciones en terreno. “Históricamente la producción de la memoria se debe a las élites, aspecto que nos entrega una concepción limitada del patrimonio. Es interesante ver cómo representamos a este de manera adecuada en lo territorial. Si se pregunta a las personas qué entienden bajo ese concepto, seguramente darán ejemplos de países, campo, ciudades, entre otros. Esto es así porque suelen ser vehículos para entender el patrimonio como una actividad humana. Cada persona tiene su propio recuerdo significativo sobre un lugar en especial”, comenta este académico del departamento de Geografía, Medioambiente y Ciencias de la Tierra de la Universidad de Hull. Al preguntarle sobre su lugar significativo, se refiere al paisaje de los muelles de esa antigua ciudad de Inglaterra que fue uno de los puertos más importantes de ese país a fines del siglo XIX y comienzos del XX. Su tema es el desarrollo de investigaciones en relación a los espacios de la memoria, el patrimonio y los monumentos conmemorativos. Fue uno de los primeros investigadores de Gran Bretaña en la década de los 90 en enfocar sus estudios hacia la “nueva” geografía cultural analizando el territorio desde las representaciones, la imaginación y las emociones de los pueblos en relación a los lugares que habitan. Gran parte de su trabajo se ha centrado en los monumentos conmemorativos, no solo en Gran Bretaña. Una de sus líneas de investigación explora las teorías geopolíticas y de imaginación en la época entre la Primera y Segunda Guerra Mundial en Italia. En ese sentido, ha analizado cómo estas teorías fueron utilizadas para nutrir el imaginario del pueblo italiano bajo el régimen fascista de Mussolini. Asimismo, Atkinson ha investigado Roma y cómo en ese lugar el patrimonio clásico fue movilizado por el régimen para comunicar al pueblo italiano su ideología política al abordar los ámbitos del patrimonio, los espacios de la memoria, como, por ejemplo, los Monumentos Nacionales Vittoriano en Roma y también la Piazza d’Italia en la ciudad de Trieste. Su trabajo en la Italia moderna y en el ámbito del conocimiento geográfico de ese país ha impulsado importantes investigaciones referentes al colonialismo en África del Norte, específicamente en la producción del espacio en Cyrenaica, ubicado en Libia del Este. ¿Quién se hace cargo del patrimonio? Atkinson cuenta que si bien la protección de nuestros lugares históricos es un tema que le compete al Estado, en parte también es una cuestión ciudadana. “La autoridad local es clave pero hay que hacerla en conjunto con los ciudadanos”, comenta Atkinson. Hay muchos grupos que se mueven por distintas motivaciones; por ejemplo la clase trabajadora se mueve por rescatar su historia. Es lo que él llama el patrimonio mundano, que se refiere al sentido de pertenencia de las comunidades en relación al entorno en el que viven y cómo este proceso influye en la construcción de las identidades locales. En ese sentido, cuenta que se trata de un concepto adoptado por grupos ciudadanos en al menos los últimos diez años. Tendencia que también hace sentido en nuestro país, cuyos movimientos ciudadanos en defensa de la protección de los barrios, por ejemplo, es un hecho muchas veces exitoso para decidir qué ciudad queremos. Al menos a pequeña escala.