Muchas veces me habían hablado de lo espectacular que es el casco histórico de la capital de Ecuador, algo que pude constatar con mis propios ojos.
Durante un viaje a ese país, y antes de partir a sus espectaculares playas en la costa del Pacífico, visité Quito con mi familia para recorrer el centro patrimonial. Este no es solo uno de los mayores exponentes de la arquitectura colonial de Latinoamérica, que data del siglo XVI, sino además uno de los mejor conservados de la región.
La primera parada fue la iglesia San Agustín, un edificio del siglo XVII. Los monjes de la orden Agustina llegaron a Quito y recibieron un terreno para construir su convento en 1753. El templo actual se comenzó a construir a partir de 1780 de la mano del arquitecto extremeño Francisco Becerra. Dos arquitectos más continuaron con las obras hasta su finalización.
Entre 1659 y 1669 se hizo la fachada de la iglesia. Fue el gran maestro quiteño Miguel de Santiago quien a mediados del siglo XVII decoró el claustro con grandes óleos, entre ellos los que retrataban la vida de San Agustín. Luego partimos rumbo a la Catedral Metropolitana, que está ubicada frente a la Plaza de la Independencia. Se trata de una de las iglesias más antiguas de Quito, con una mezcla de estilos que van desde el Barroco hasta el Neoclásico. Al igual que el convento de San Agustín, este templo cuenta con una de las obras del maestro Miguel de Santiago, llamada "La Muerte de la Virgen". Después partimos rumbo a la Plaza de San Francisco, que tiene una amplia explanada en la que se usó piedra volcánica. Antes de la conquista española fue uno de los principales mercados precolombinos de la zona, lugar donde se comercializaban productos provenientes de la sierra, la costa y la selva. Desde ahí se pueden ver la grandiosa iglesia de San Francisco y su convento.
Pero, además, desde lo alto de la plaza se pueden apreciar las cúpulas y los techos de otros templos y edificios del centro histórico de Quito. También me encantó ver los cerros de la sierra cordillerana que circundan la ciudad y sus cielos andinos. Incluso, si está despejado, se puede observar el volcán Cotopaxi. El complejo arquitectónico de San Francisco fue construido en 1550. Por fuera, una de sus características principales son los campanarios gemelos de la iglesia. Por dentro, la decoración colonial en base a pan de oro, retablos y figuras de madera constituye una gran experiencia para los amantes del barroco andino. Incluso, es posible apreciar pintura original en los muros del templo, con imágenes propias de ese estilo y época. El centro colonial concentra gran cantidad de iglesias, conventos y edificios patrimoniales. Dependiendo del tiempo que se disponga, se puede recorrer en uno o dos días durante todo el año, incluso en la época de más lluvia, que es entre enero y mayo.