Un libro hecho de pedazos de género no es nada nuevo. Pero un libro realizado con la técnica de las arpilleras, sí. Sobre todo si lo que se relata en él son historias que rescatan la tradición oral. La agrupación Arpilleristas de Melipilla, Región Metropolitana, presentó una pieza al Sello de Excelencia de Artesanía 2013 que reunió múltiples factores: innovación, rescate de un oficio tradicional y fomento a la lectura. A la inauguración de la muestra de las nueve piezas de artesanía seleccionadas este año, que se realizó recientemente en la sala del museo MAPA del GAM, llegó un grupo de artesanas, desde Melipilla, con el fin de dar a conocer su obra.
La representante de las arpilleristas, María Carter, cuenta que “personalmente con este libro descubrí lo que era capaz de hacer y que nunca imaginé lograr. Con esta pieza despertamos, ya que uno como artesana no se da cuenta del valor que tiene el trabajo, pero igual lo hace con cariño. No piensas que va a trascender en el tiempo”. Y agrega que “esto nos cambió, ya que ahora hay un esfuerzo por hacer mejor las cosas. En cuanto al Sello, hay que respetarlo y cuidarlo, y la manera de hacerlo es entregando un buen trabajo con cariño y dedicación”.
Lo interesante de este objeto es que logra una síntesis entre una técnica tradicional vinculada al arte popular y un uso contemporáneo. Concebida como un soporte narrativo que pone en valor el bordado y la aplicación de telas con una fuerte expresión cultural, sostenida sobre historias populares. Recién en noviembre de este año se sabrá cuál de todos los trabajos que postularon será el ganador.
Las arpilleristas de Melipilla
El taller está integrado por veinte mujeres. Ellas desarrollan temas de carácter rural, mostrando situaciones cotidianas a partir de un trabajo en conjunto de artesanía y diseño desde su significado y contenido como soporte narrativo de tradiciones y costumbres chilenas, potenciando al máximo la capacidad narrativa de este oficio.
Según un documento realizado por las artesanas, ellas definen su agrupación así: “Las arpilleristas nacimos bajo el difícil periodo político y económico posterior al año 1973, bajo el alero de la Iglesia Católica, donde se agrupaban la mujeres para representar de manera artesanal las difíciles situaciones sociales de la época, imprimiendo de manera original el contexto histórico de un momento particular de la historia de Chile, utilizando para ello solo lana, agujas y géneros. Combinando dichos elementos nos convertimos en un medio para decir al mundo en bordados lo que no se podía hablar de manera explícita. Con el tiempo vino el cambio también para las bordadoras y comenzamos con nuevos desafíos de diseño, siempre reflejando nuestro entorno, en especial la vivencia campesina a través de sus costumbres y quehaceres de norte a sur. Piezas únicas entregadas con mucha dedicación y cariño que buscan en los temas cotidianos ese sentimiento que aflora con la sencillez y orgullo de la gente de nuestro pueblo”.