La obra de Lorena Villablanca ofrece al menos dos marcadas vías de lectura. Su discurso visual y poético en torno a la mujer y desde luego su aguda investigación de la tradición xilográfica. No se trata, en todo caso, de caminos distantes o contrapuestos. En el lenguaje formal de la artista, se combinan con gracia y fluidez la estampa de la lira popular con las ilustraciones o las historietas de décadas pasadas. Y al universo casi siempre blanco y negro del grabado tradicional en madera, le agrega un colorido que puede ser vibrante o sutil, según lo requieran las circunstancias. Un encuentro irónico, nostálgico o humorístico -el de sus estampas y pinturas-en el que tradiciones artísticas de corte expresionista (locales e internacionales) conviven con la cultura de masas y las vivencias de la propia artista. Hay monstruos -soñados o no- héroes de la historia patria, y mujeres desafiantes que se disputan el protagonismo de unas obras que navegan entre el pasado vernacular y el presente tecnológico.