Por: Tania Salazar, Diseñadora UC, cooperación y gestión cultural internacional.
Finalizamos con mucha satisfacción el primer ciclo de Diálogos en Artesanía de este año que además se realizó fuera de una capital regional. La ciudad de Villarrica fue sede durante dos días de un programa de talleres y foros destinados a promover el encuentro entre artesanos, mediadores, académicos y en general los distintos agentes que se deben involucrar en una cadena de valor ideal.
Este tipo de actividades son generalmente espacios de reflexión y debate de ideas, un tema que resulta recurrente y de permanente inquietud, entre otros claro, y que se refiere a la definición de artesanía en relación a poder distinguir quienes son o no artesanos. Según el último estudio del Registro Nacional cerca de un 50% de los inscritos toma la decisión de seguir un oficio por motivos culturales o de tradición familiar, sin embargo un 23% lo hace por la necesidad de generar ingresos[1] a partir de una actividad manual vinculada a pequeños emprendimientos.
Es quizás la primera motivación la que hace reflexionar en torno a la figura del artesano y hacer el contrapunto con manualistas, emprendedores o quienes cuyo sustento depende de la realización y venta de un objeto hecho con las manos.
¿Qué hace la diferencia entre un artesano y alguien que no lo es? Definitivamente no es posible plantear una definición a partir de criterios de calidad o incluso de conceptos que se refieren específicamente a los productos o incluso rubros o disciplinas. Un artesano puede decidir hacer una manualidad, una artesanía o incluso una pieza artística; puede estar o no formalizado, e incluso incluir algún tipo de maquinaria o aprendices dentro del proceso productivo.
Es en este punto donde “la permanencia en el hacer” nos hace comprender un elemento vital en el ser ARTESANO con mayúscula, sean estos tradicionales o contemporáneos. Dedicarse por completo al desarrollo de una técnica durante el tiempo lo transforma en un especialista, capaz de dominar adecuadamente todos los procesos de transformación para un material y darle un valor distinto, agregado, cultural. La autocrítica, la formación, la especialización que se da solamente con el trabajo sistemático y permanente hacen que una manualidad pueda sin duda llegar a ser una artesanía con autenticidad y ser capaz también de acceder al mercado de la mejor forma.
Escuchar el testimonio de tres consagrados artesanos de la región permite ratificar que el denominador común en ellos ha sido precisamente la perseverancia y la permanencia, lo que sin duda les ha permitido fortalecer la creatividad y adaptarse de muy buena manera a la dinámica de los cambios, conocer sus fortalezas y dedicarse finalmente a los que ellos decidieron, por opción y por vocación, permitiéndonos como espectadores disfrutar de su trabajo.
[1] Reporte Estadístico n19, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes 2012
http://www.cultura.gob.cl/wp-content/uploads/2012/06/reporte-estadístico-sirena.pdf