Por Francisca Jiménez
Haciendo orden en mi escritorio me encontré con un pequeño y colorido tapiz que me regalaron mis padres cuando fueron a Bolivia el año pasado. Ellos me explicaron que lo compraron en el Museo de Arte Indígena Mur, en Sucre, una preciosa ciudad colonial que es la capital histórica y constitucional de Bolivia y también sede del Poder Judicial de ese país. Tuve la suerte de haber viajado en dos ocasiones a Sucre y apreciar la arquitectura de su centro histórico, que es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1991.
Sin embargo, no solo sus edificios llaman la atención, sino que también la fma artesanía de las zonas aledañas de Tarabuco y Jalq'a. Los telares de la primera región son especialmente finos y de un trabajo de gran precisión. En mi casa tengo una chuspa (pequeño bolso) que compré hace varios años y que está decorada con llamas, cóndores, pumas y humanos en miniatura que me parece un trabajo no solo estéticamente valioso, sino que de una factura impresionante.
Lo lindo es que a pesar de que esos trabajos ya no son tan comunes como antes porque son cada vez menos los artesanos que los realizan (así como pasa en muchos países de Latinoamérica), la Fundación Antropólogos del Surandino, Asur, realiza un trabajo de recuperación de estos antiguos tejidos precolombinos en varias zonas cercanas a Sucre. Se trata de una entidad privada sin fines de lucro que trabaja con pueblos originarios del centro-sur de Bolivia que lleva a cabo proyectos productivos para el desarrollo económico de las comunidades y que se basa fuertemente en sus propios procesos culturales.
Tiene un Museo de Arte Indígena que presenta muestras de artesanía originaria que realzan la calidad estética y etnográfica de las piezas exhibidas y en las cuales se explica el contenido conceptual y espiritual de las imágenes que hay en ellas. Su objetivo es dar a conocer el arte indígena de las regiones de Jalq'a, Tarabuco y Tinguipaya y convertirse, de este modo, en una poderosa memoria para las comunidades de los pueblos originarios a las que están dedicadas estas instalaciones de museo que cuentan con nueve salas de exhibición.
Las piezas que se ven en él son verdaderas joyas textiles que bien vale la pena conocer y comprar para ayudar a su preservación.
Publicado en: MásDeco, La Tercera