Por Francisca Jiménez.
Hace unas semanas asistí a la V Maratón Internacional de Cuenta Cuentos, que se realizó en el Museo Nacional de Bellas Artes, a escuchar, junto a mis hijos, entretenidas historias y relatos. Las narraciones, si bien eran bastante variopintas en sus temáticas, tenían en común el rescate de la tradición oral.
Lo que más me gustó fue la diversidad de los cuentos, desde los clásicos hasta otros menos conocidos, que nos remite a algo tan ancestral como es la transmisión de nuestras historias de generación en generación. Algo que ciertamente se ha ido perdiendo y que es necesario rescatar. En la ocasión no solo había cuentacuentos nacionales, sino que también de otros lugares de Iberoamérica (España y Perú), lo que muestra que la tendencia del rescate de la tradición oral es un esfuerzo que se da a nivel mundial.
Conversando con Silvia Vásquez, de la compañía peruana Tukutú, aunque sean los cuentos clásicos como "La ratita presumida", de Hans Christian Andersen, los que se relaten ante los niños, siempre es posible incluir en ellos aspectos de la cultura propia. En este caso, en el espectáculo que dio junto al chileno Juan Fuentes, también integrante del grupo, agregó música del clásico cajón peruano, herencia de los africanos que llegaron a trabajar a ese país hace ya varios siglos y que lo construyeron en respuesta a la represión que sufrían por no poder practicar sus tradiciones. Respecto a su trabajo de rescate de tradición oral que realiza principalmente en la zona de Los Olivos, en Lima, la idea es poder realizar una labor con niños y jóvenes que no suelen recibir espectáculos culturales. "Muchas veces el folclore es algo que puede estar relegado por la música foránea, la que no es parte de nuestras raíces, y en ese sentido considero que los cuentacuentos con música tradicional de nuestros países es una obligación, un deber. Rescatar nuestro patrimonio es poder mostrarlo para que las nuevas generaciones, las nuevas semillas, puedan también crecer y cosechar lo propio".
Otra manera de dar a conocer los cuentos a través de nuevos soportes es el trabajo que realizaron las arpilleristas de Peñalolén junto al programa de Cuenta Cuentos de la Fundación Mustakis. Según su directora, Alejandra Hurtado, en junio comenzaron a bordar las arpilleras que serían parte de la programación de la maratón. Un trabajo conjunto entre las manos expertas de estas mujeres y las propias integrantes de la escuela que quisieron ser parte de esta iniciativa.
Este soporte que mezcla una técnica artesanal textil urbana con el arte de la tradición oral fue una herramienta muy efectiva a la hora de relatar historias a los niños y sus familias. Algo en lo que se espera poder seguir trabajando para dar a conocer ambos oficios, que rescatan nuestro patrimonio, a un público cada vez más amplio.
Publicado en: Revista MásDeco