Por Francisca Jiménez.
En un reciente viaje a México compré un objeto que quería tener hace tiempo. Se trata del 'árbol de la vida', una de las artesanías más irónicas de ese país y una de las más lindas. Colorida y llena de detalles, originalmente esta pieza es parte de la tradición alfarera de la zona central mexicana con un importante pasado precolombino.
Si bien en un comienzo los objetos no eran coloridos, con el tiempo comenzaron a ser pintados. Sus temáticas giraban en torno a escenas religiosas de los pueblos originarios de la zona. Sin embargo, durante la Colonia los españoles utilizaron este tipo de piezas para evangelizar a la población indígena. Es así que durante muchos siglos el árbol de la vida representó temas bíblicos. Con los años han cambiado las temáticas y hoy muestran también escenas de la vida cotidiana, de leyendas y de tradiciones.
Antiguamente se les consideraba un regalo tradicional para las parejas recién casadas porque representan un símbolo de la fertilidad.
Se fabrican en greda sobre una base plana. Las hojas, frutas, animales u otras figuras se unen con alambres al árbol. Se pinta con pintura de acrílico o anilinas. Aunque también se pueden encontrar piezas incoloras donde solo se ven las figuras con el tono café de la arcilla.
En la actualidad es una artesanía típica de Metepec, una localidad del Estado de México, al que también llaman Pueblo Mágico.
Durante la primera mitad del siglo XX, el gran artista mexicano Diego Rivera fue uno de los principales promotores de esta artesanía, que es una de las principales piezas de exportación de arte popular de ese país. El tamaño de las figuras puede oscilar entre los 7 y los 60 centímetros. Sin embargo, hay árboles de la vida que puede llegar a medir seis metros.
Algunos de ellos se encuentran fuera de México como en la Casa de las Américas de La Habana (uno de los más grandes del mundo y que fue donado por el expresidente mexicano Luis Echeverría en 1975), en el Museo Británico del Hombre y en El Vaticano (dedicado a la Virgen de Guadalupe).
Para mí, este árbol de la vida fue lejos el mejor regalo de Navidad y hoy ocupa un lugar especial en mi casa, ya que además de ser un elemento para decorar es muy entretenido de ver y observar cada uno de los detalles.
Publicado en: MásDeco - La Tercera