- La mañana del 28 de diciembre, el titiritero Sergio Guzmán; la tejendera y matriarca de la comunidad Colla, Basilia Escalante; los hermanos Marilicán Lindsay, dedicados a la cestería en fibra vegetal de quilineja; y representantes de Las Palomitas Blancas, colectivo femenino que elabora y vende tortillas de rescoldo; llegaron hasta La Moneda para recibir la distinción otorgada desde 2009 por el Estado, a través del Consejo de la Cultura.
Acostumbrados a ejercer sus oficios y/o saberes en un perímetro -por lo general- acotado a sus localidades, y sin pretensiones más allá de mantener vivo el patrimonio inmaterial que han heredado de sus familias y cercanos, esta mañana el titiritero Sergio Guzmán; la tejendera y matriarca de la comunidad Colla, Basilia Escalante; la familia Marilicán Lindsay y el colectivo Las Palomitas Blancas, pusieron en pausa sus actividades cotidianas y asistieron a La Moneda para recibir de manos de la Presidenta Michelle Bachelet y del Ministro de Cultura, Ernesto Ottone, el reconocimiento como Tesoros Humanos Vivos de Chile (THV) 2016.
Desde hoy, sus nombres y oficios integran la nómina de los 42 cultores individuales y colectivos que desde 2009 han sido distinguidos como THV, programa ejecutado en Chile por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA), que busca valorizar y visibilizar aquellas personas y comunidades portadoras de manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial de alta significación para el país, buscando establecer las mejores herramientas para una eficaz puesta en valor de su patrimonio, y promover su registro, transmisión y salvaguardia.
El Ministro Ottone destacó que “este año por primera vez hicimos una Encuesta de Caracterización Socioeconómica que nos permitió identificar necesidades y dificultades transversales a los reconocidos como Tesoros Humanos Vivos. De esta manera podremos diseñar un sistema de acompañamiento y seguimiento que vaya más allá de esta distinción, para que como Estado podamos fortalecer el proceso de salvaguardia de estas expresiones y sus cultores”.
En el Patio Los Naranjos del Palacio de La Moneda, los cultores recibieron el reconocimiento de manos de la propia Presidenta y el Ministro de Cultura, consistente en una certificación pública de su calidad de Tesoro Humano Vivo y un estímulo económico de $ 3.000.0000 para cultores individuales, y $ 7.000.000 para los colectivos.
Los reconocidos
La selección de este año consideró por primera vez un representante de las artes del espectáculo, ámbito incorporado en la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, que incluye la música vocal o instrumental, la danza, el teatro, la pantomima, la poesía cantada y otras formas de expresión. Se trata del titiritero Sergio Guzmán, de la comuna de Lo Espejo, quien llegó acompañado de Luisa, su esposa, a ratos manager y vestuarista de los títeres que han rodeado la vida de cuatro generaciones de su familia, desde que se inició en esta labor, hace 46 años.
También estuvo presente la tejendera y matriarca de la comunidad Colla, Basilia Escalante, mujer de 87 años, madre de 10 hijos, defensora y difusora de su cultura, de gran sabiduría ancestral, poseedora de valiosos conocimientos y experiencia sobre la naturaleza, costumbres y usos rituales. En la comuna de Diego de Almagro, Región de Atacama, es respetada como una autoridad social y espiritual, líder en ceremonias de pago y rogativas a la Pachamama.
Hasta el Patio de Los Naranjos llegaron también representantes de las Palomitas Blancas o Palomitas Blancas de Laraquete, de la comuna de Arauco, Región del Biobío, colectivo femenino dedicado a la elaboración y venta de tortillas de rescoldo, patrimonio alimentario extendido a nivel nacional, cuya particularidad desde el punto de vista culinario es la incorporación de productos del mar a la tradicional tortilla.
La nómina de reconocidos la completan los hermanos Marilicán Lindsay, familia de artesanos de Chiloé que, usando la quilineja, fabricaron en principio piezas utilitarias de uso cotidiano (especialmente canastos, vetas, esteras y escobas) e incorporaron con el tiempo la elaboración de piezas ornamentales, pero sin desviarse de las formas y técnicas tradicionales.
El CNCA, a través del Departamento de Patrimonio Cultural, realiza un trabajo de continuidad con aquellos individuos y comunidades reconocidas, con el fin de cumplir el compromiso de contribuir a la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial por el cual fueron reconocidos. Ello, a través de iniciativas programáticas tendientes a la identificación, registro, investigación, reconocimiento, promoción y valoración de las expresiones de su patrimonio inmaterial.