Por Francisca Jiménez
Ya en medio de las celebraciones de fin de año debo decir que por todos lados me han llegado mensajes sobre la importancia de vivir más 'lentamente'. La semana pasada estuve a cargo de moderar una mesa redonda para Tribu Textil en la que expusieron dos expertas: una en artesanía y otra en moda. En sus exposiciones en el aula magna de Inacap Apoquindo, tanto Bárbara Velasco, coordinadora del área de artesanía del Consejo de la Cultura, como Sofía Calvo, directora del blog Quinta Trends, concluían que el llamado desde ambas áreas era vivir más consciente y sustentablemente. "El artesano nos muestra a través de su trabajo un modo de vida más contemplativo, una forma de mirar el mundo hecha a mano", comentaba Bárbara.
Por su lado, Sofía mostró ejemplos nefastos de cómo la industria de la moda causa verdaderos estragos en países subdesarrollados, principalmente asiáticos, con cerca de un 75% de trabajadoras mujeres en situaciones laborales precarias. ¿Queremos realmente contribuir a mantener esa situación? Parece cada vez más urgente la idea de convertirnos en consumidores conscientes y responsables.
Por último, otro punto en que ambas coincidieron fue el de las materias primas. Por un lado, la falta de ellas provoca la directa pérdida del patrimonio artesanal. A modo de ejemplo, y aunque suene completamente ridículo, los artesanos que trabajan el cobre en Chile lo hacen en su gran mayoría con metal proveniente de México, ya que casi el 100% del nacional se exporta. Con las mujeres textileras sucede que se ven reducidas en su capacidad de criar sus animales por el cierre de terrenos aptos para ello por parte de privados. Algo similar ocurre con la disminución de los bosques nativos desde donde se extraen algunas fibras vegetales para la elaboración de la cestería.
En la moda, la alta demanda de algodón hace que las plantaciones de este se acrecienten. El problema es que no solo se trata de un proceso altamente contaminante, ya que requiere muchos químicos en su producción, sino que además involucra el trabajo infantil.
Por todos lados, nuevamente el llamado a vivir más lentamente, sin excesos. Así como era antes. El domingo pasado alcancé a ver, en el Museo Nacional de Bellas Artes, la exposición "Los espíritus de la Patagonia Austral", una exposición de fotografías del antropólogo alemán Martín Gusinde junto a las obras de profesionales contemporáneos como Paz Errázuriz, Leopoldo Pizarro y Gabriela Alt. La simpleza de la vida de algunos pueblos patagónicos como los selk'nam y los yaganes en un contexto climático tan adverso, nuevamente me llevó a pensar en este modo de vida más sencillo de nuestros antepasados. En fin, se nos viene el 2017 y espero que sea un poco más 'lento'.
Publicado en: MásDeco - La Tercera