Ampara Sawure -Manos que tejen, en lengua aymara- es el nombre que eligieron los 13 artesanos y artesanas que participaron en esta colección, donde de manera exclusiva se pueden adquirir 16 de las piezas más significativas para el mundo aymara. Realizadas en Isluga, localidad ubicada en el altiplano de la región de Tarapacá, único lugar en Chile donde se mantiene vivo el tejido aymara de herencia prehispánica, entre ellas hay tres Sellos de Artesanía Indígena. Encuentra la colección completa desde el 1 de julio en www.artesaniasdechile.cl
El centro ceremonial Isluga es una localidad a 3.780 m.s.n.m. en la comuna de Colchane, región de Tarapacá, que, dado su carácter ritual, permanece casi siempre deshabitado a excepción de ocasiones especiales: fiestas, conmemoraciones y carnavales, fechas donde se llena de gente, música y bailes. Esta localidad se caracteriza por ser el único lugar en Chile donde el tejido tradicional aymara se preserva con total fidelidad, constituyendo un espacio cultural de referencia. Las tejedoras y los tejedores continúan con la práctica y transmisión de su saber, hilando su material y tejiendo con telares tradicionales precolombinos, llamados “de cintura” y “de cuatro estacas”. Sin embargo, cada vez son menos los que traspasan este valioso conocimiento a las nuevas generaciones. Para revertir ese escenario y reactivar el hacer de estas piezas, Fundación Artesanías de Chile acaba de lanzar Ampara Sawure, Colección de Textiles Patrimoniales de Isluga, compuesta por 16 piezas, las más significativas para el mundo aymara, hechas por artesanos y artesanas con técnicas heredades desde tiempos prehispánicos.
LA COLECCIÓN
Entre las 16 piezas, hay algunas agrupadas en cajas de colección que reúnen textiles de vital importancia en dos celebraciones: el floreo, donde marcan al rebaño de llamas y alpacas, y la siembra y cosecha de la quinua.
Además, la colección está integrada por piezas que se venden de manera individual: Inkuñas, pieza textil que las mujeres aymara adultas usan como contenedor, para envolver, guardar y/o llevar hojas de coca y objetos personales bajo su vestuario.
También está la soga Muyut’uma -resultado del trenzada de 16 gruesos hilos, que se vinculan a la serpiente, muy importante en el mundo andino, por asociarse al agua y la fertilidad- y dos hondas trenzadas por Ceferino Choque, ganador del Sello de Artesanía Indígena 2020, quien de niño observando a su padre aprendió a realizar este instrumento de cordelería utilizado para el pastoreo, caza y defensa, pero también en fiestas y rituales. Su mujer, Celinda Castro, también ganadora del Sello de Artesanía Indígena realizó la Mallquu Vistaya, un tipo muy particular de bolsa usada solo por los Caciques Mallkus y Caporales de Lichiwayus (músicos) durante las celebraciones que sirve para llevar la coca, azúcar, Puchulli (alcohol) y la Llujta (ceniza de caña de quinua para coca). La artesana María Segunda Mamani hizo otro diseño de esta misma bolsa, que se caracteriza por una sucesión de listas de bordes ondulados de colores naturales: una representación del paisaje que hace referencia a los cerros protectores o Mallkus.
Otra de las piezas que se vende de manera individual es el Anku, uno de los adornos que se les coloca a las llamas y alpacas en el cuello durante la celebración del Floreo. También integra la colección la Wakakayu de Lichiwayu, adorno que usan los músicos ejecutantes de Lichiwayos (quenas graves de gran tamaño) realizada por la artesana María Choque, reconocida con esta pieza con el Sello de Artesanía Indígena 2017.
Por último hay ocho tipos de fajas o wak’a: una de las prendas más tradicionales de la textilería aymara, principalmente usadas como cinturón para afirmar el vestido o Aksu de las mujeres, los pantalones de los hombres y también para reforzar la espalda en el trabajo y como objeto de apoyo en el parto.
LA REUNIÓN DE PIEZAS ÚNICAS
Los textiles andinos en su origen prehispánico no fueron ideados para la comercialización. Solo con la introducción de la moneda se empezó a intercambiar estos objetos por dinero. Los textiles en el mundo aymara son comprendidos como un ser con vida y su utilidad funcional siempre involucra también uno simbólico. Así, hasta hoy mucha producción textil está destinada al uso propio o el de la comunidad y se da un interesante mercado local o una economía local entorno a estos textiles, especialmente para las fiestas. Pero si una persona quiere conseguir una de estas piezas es díficil encontrar un lugar donde comprarlas. Para este proyecto, iniciativa de Fundación Artesanías de Chile, las artesanas accedieron alegremente a la creación de textiles con el fin comercial, porque vieron en esta colección la oportunidad de dar a conocer las tecnologías textiles que utilizan al público.
Esta colección es resultado de un trabajo colaborativo que desde marzo de 2020 se viene realizando entre la fundación y 13 artesanos y artesanas aymara de Isluga, a través del programa de capacitaciones Proartesano. Las capacitaciones comenzaron en el marco de la pandemia de Covid-19, la cual imposibilitó los viajes de los relatores de la fundación al lugar, pero permitió el trabajo en terreno de la facilitadora local Tabita Mamani, quien fue puente entre las relatoras y las artesanas y se desplazó llevando los contenidos digitales preparados por el equipo de trabajo a 4 localidades de la comuna: Colchane, Central Citani, Enquelga y Escapiña.
Las capacitaciones dieron como resultado esta colección que revitaliza el tradicional oficio de estas comunidades y asegura calidad de excelencia en las piezas creadas por los artesanos y artesanas aymara que participaron en el programa: Ángela Arcangela Mamani, Ceferino Choque, Celinda Castro, Juana Flores, Lorenza Castro, Juana Mamani, Isabel Challapa, Luisa Castro, María Segunda Mamani, Irene Vilches, María Susana Choque, Johana Mamani, Marcelina Mamani e Idalia Mamani en www.artesaniasdechile.cl.