La obra es un objeto afectivo que actúa como huella y memoria a la vez, recordando ese pasado feliz/infeliz y resignificando el “fracaso social”. Al cubrir el auto, la artista recuerda que parecía estar buscando que la lentejuela cubriese el dolor por el quiebre familiar o al menos que el brillo aparentase que las cosas lucían mejor. Al aludir al fetichismo de lo rosado, critica los estereotipos de género asociados a la cultura de masas y a esa imaginería infantil en la que muchas generaciones se han criado, con figuras como las princesas Disney –Cenicienta, Blanca Nieves y La Bella Durmiente, todas rescatadas por un príncipe azul-. La artista critica esta idea perpetuada de lo femenino, donde las estructuras de poder promulgan estereotipos y comportamientos sexistas, donde lo femenino está supeditado a las ideas de delicadeza y bondad para lograr como recompensa al Príncipe Azul.
“Cubrir un auto de lentejuelas se constituye en un metatestimonio de la artista Daniela Bertolini, a través del cual resignifica su experiencia ante el quiebre matrimonial y la disputa por los bienes compartidos”, reflexiona la historiadora del arte y curadora Gloria Cortés Aliaga, y agrega: “en un contexto de crisis expandida en lo social, político, cultural y sanitario, donde la violencia de género ha aumentado considerablemente, la acción situada de Bertolini no solo reflexiona sobre las dinámicas económicas en las dimensiones de género y la reproducción de la desigualdad en el espacio doméstico, sino también sobre los procesos insertos en la economía capitalista y los modos en que nos relacionamos al interior de los sistemas de producción”.
La instalación propone la idea de una exhibición tipo Salón del Automóvil, situando al auto como un objeto de deseo y consumo, ironizando con la idea de la mujer adorno por la presencia de las promotoras o bien con la idea de la mujer adorno de una “familia perfecta” (que debe encargarse de lo doméstico, de la crianza de los hijos, lucir bien y tener siempre una sonrisa perfecta).
Acerca de los conceptos del fracaso y el éxito como ideas instaladas para controlar, la teórica feminista Sara Ahmed habla sobre “la política cultural de las emociones”. Dice que las emociones no son meros estados psicológicos, sino que son prácticas culturales que se articulan socialmente y que habría una “estructura” que las controla y permite que ciertas emociones se desencadenen socialmente y otras no. Ejemplos de ello, según Bertolini, son que la estructura consigue que nos sintamos más culpables que víctimas ante el desempleo. O que nos sintamos más culpables y avergonzadas que víctimas ante la violencia de género. “Este aprendizaje emocional se va instalando desde la niñez donde nos van dirigiendo sobre cómo debemos sentir y cuándo debemos sentir. Cuáles emociones son propias de los hombres y cuáles de las mujeres (‘los hombres no lloran’ o ‘ríase como señorita’), e instalan la idea que existe una esencia femenina y otra masculina, y eso es una estrategia sexualizada y jerarquizada, que permite y reproduce la opresión”, concluye la artista.
Daniela Bertolini O’Ryan (1980, Santiago de Chile) es artista visual. Realiza su trabajo artístico en fotografía, ready made y video perfomance, donde a partir del autorretrato y la ironía, desarrolla un discurso político de género. Indaga en la -propia- historia para cuestionar las estructuras normadas de poder que violentan a la mujer y que en los actos del cotidiano vemos cómo opera con el peso de la costumbre. Su obra exhibe y asume el fracaso en una sociedad clasista, exitista y aspiracional, como una forma de hacer la resistencia y amenazar la reproducción sistemática del adoctrinamiento social.
Ha exhibido su obra en el Museo Nacional de Bellas Artes, el Centro de Extensión del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, y el Festival de Fotografía Contemporánea de Coquimbo. Tiene dos publicaciones autorales “Ama de casa” y “Getting fit”.
Es Licenciada en Artes Visuales de la Universidad Finis Terrae, se ha adjudicado la beca Fondart Nacional, Línea de Circulación Nacional e Internacional, Modalidad de Creación y Producción (2020) y la beca Fondart Regional, Creación Artística, Fotografía (2019). Su obra forma parte de la reciente colección del Centro de Arte Contemporáneo de Cerrillos. Paralelamente, se desempeña como Coordinadora Académica y docente de la Escuela de Fotografía IP ARCOS sede Viña del Mar.