Cada día resulta más común encontrar venta ambulante y comercio en la calle, en veredas, plazas y paseos peatonales donde antes estaban artesanos, manualistas o incluso artistas populares exhibiendo y ofreciendo sus objetos al público interesado no sólo en adquirirlas, sino también en apreciar los talentos de quienes son parte de la comunidad local. Debido a este fenómeno, no sólo es cada vez más difícil para los ciudadanos encontrar a los artesanos que habitan cada lugar, si no también se ha desprestigiado totalmente la palabra y el concepto “artesanal”, hoy asociado a la precariedad, la informalidad y el bajo costo. Si bien es cierto los creadores han debido diversificar sus maneras de promover y vender sus objetos, en el último estudio realizado por el Área de Artesanía (CNCA, 2013) los artesanos Sello de Excelencia aumentan casi en un 50% la venta por internet luego de obtener la distinción, los perjudicados son precisamente quienes habitan y visitan cada pueblo o ciudad de nuestro país, al privarlos de manifestaciones tan importantes como el saber artesanal, considerado precisamente patrimonio inmaterial por la Unesco. La lógica hace que se mantenga el acceso a los objetos, generalmente bajo una lógica mercantilista, pero es precisamente el acceso al conocimiento de los oficios, lo que resulta más desconocido y a la vez desvalorizado e incluso despreciado. Cómo, si no es a través de las manifestaciones que cada grupo humano tiene frente a su entorno, podemos conocerlos, es la música, las comidas, la artesanía, lo que permite conocer realmente un lugar, sus especificidades y su forma de entender el mundo, en el fondo, su identidad. Es una lástima que nuestras ciudades son cada vez más parecidas, comenzaron por las franquicias de comidas y las tiendas de retail, los mall y los supermercados, y ahora son sus calles con los puestos ambulantes que ofrecen lo mismo en Angelmó, el paseo Ahumada y el mercado de Antofagasta. Es una lástima que los esfuerzos de las instituciones públicas y los Municipios deban enfocarse al desafío permanente y casi mesiánico de identificar a los artesanos de quienes sólo hacen comercio. En esa línea, el Sistema de Información Nacional de Artesanía y su registro Chile Artesanía, se propone como una herramienta para la gestión cultural de la artesanía desde y para las localidades, que contempla las especificidades de sus territorios, empoderando y valorizando oficios, cultores, organizaciones y espacios de intercambio.
Cada día resulta más común encontrar venta ambulante y comercio en la calle, en veredas, plazas y paseos peatonales donde antes estaban artesanos, manualistas o incluso artistas populares exhibiendo y ofreciendo sus objetos al público interesado no sólo en adquirirlas, sino también en apreciar los talentos de quienes son parte de la comunidad local. Debido a este fenómeno, no sólo es cada vez más difícil para los ciudadanos encontrar a los artesanos que habitan cada lugar, si no también se ha desprestigiado totalmente la palabra y el concepto “artesanal”, hoy asociado a la precariedad, la informalidad y el bajo costo. Si bien es cierto los creadores han debido diversificar sus maneras de promover y vender sus objetos, en el último estudio realizado por el Área de Artesanía (CNCA, 2013) los artesanos Sello de Excelencia aumentan casi en un 50% la venta por internet luego de obtener la distinción, los perjudicados son precisamente quienes habitan y visitan cada pueblo o ciudad de nuestro país, al privarlos de manifestaciones tan importantes como el saber artesanal, considerado precisamente patrimonio inmaterial por la Unesco. La lógica hace que se mantenga el acceso a los objetos, generalmente bajo una lógica mercantilista, pero es precisamente el acceso al conocimiento de los oficios, lo que resulta más desconocido y a la vez desvalorizado e incluso despreciado. Cómo, si no es a través de las manifestaciones que cada grupo humano tiene frente a su entorno, podemos conocerlos, es la música, las comidas, la artesanía, lo que permite conocer realmente un lugar, sus especificidades y su forma de entender el mundo, en el fondo, su identidad. Es una lástima que nuestras ciudades son cada vez más parecidas, comenzaron por las franquicias de comidas y las tiendas de retail, los mall y los supermercados, y ahora son sus calles con los puestos ambulantes que ofrecen lo mismo en Angelmó, el paseo Ahumada y el mercado de Antofagasta. Es una lástima que los esfuerzos de las instituciones públicas y los Municipios deban enfocarse al desafío permanente y casi mesiánico de identificar a los artesanos de quienes sólo hacen comercio. En esa línea, el Sistema de Información Nacional de Artesanía y su registro Chile Artesanía, se propone como una herramienta para la gestión cultural de la artesanía desde y para las localidades, que contempla las especificidades de sus territorios, empoderando y valorizando oficios, cultores, organizaciones y espacios de intercambio.