Por: Francisca Jiménez
Los mercados son, de alguna manera, el alma de las ciudades. No solo por su propia actividad, ligada al comercio y a la economía del lugar, sino también porque los productos que ofrecen son reflejo del patrimonio cultural de cada urbe o pueblo. Pero hay otra derivada que hoy los potencia todavía más, y es la fuerte atracción turística que representan.
Recientemente visité Lisboa y me impresionó cómo los mercados eran parte del itinerario obligado para quien visitaba la capital portuguesa por primera vez. La recomendación venía de parte de los taxistas, los recepcionistas del hotel y la gente de la calle. Son al menos dos los lugares obligatorios: el mercado de Campo de Ourique y el mercado de Ribeira o Time Out Market Lisboa, este último mucho más turístico, asociado a la guía internacional de origen británico con los mejores panoramas urbanos en varias ciudades del mundo. Abierto en el 2014, fue el primero de una serie de mercados Time Out –cuyo edificio data de fines del siglo XIX– y cuyo éxito ha sido rotundo. Ahora, entre este bullente espacio lleno de locales y de turistas bebiendo vino portugués mientras prueban delicias en base a bacalao y mariscos, me quedo con el pequeño y más tranquilo mercado de Ourique, construido en 1934 –de arquitectura art deco típica de la época– y remodelado en 2013, que cuenta con puestos limpios y bien atendidos para probar el delicioso presunto –jamón serrano portugués–, los quesos de oveja y las olivas del interior del país, entre otras bondades de la gastronomía portuguesa.
Con esta experiencia reflexiono sobre la importancia de conocer los mercados de nuestras ciudades. Chile tiene unos maravillosos mercados, algunos más cuidados que otros, pero en general siempre una muestra visible del patrimonio cultural local. Por ejemplo, el Agro o Asoagro, de Arica, es un atractivo en sí. Quien no lo visita, se puede decir que no dimensiona lo importante que es la producción de frutas y verduras en esa ciudad. Y no solo para la región de Arica y Parinacota, sino que para todo el país. Cerca del 30% de la producción de tomates que comemos en Chile proviene de los fértiles valles de Azapa y Lluta. Y ahí de nuevo se percibe el trasfondo histórico: la importancia del intercambio de hortalizas que ha habido desde las épocas precolombinas hasta la actualidad. Por otro lado, celebro el anuncio de la pronta recuperación del Mercado de Providencia y su apertura al público tal como era antes.
Así que ya sabe. La próxima vez que visite una localidad no deje de preguntar por su mercado y conocer el corazón de esa ciudad.
Mercado de Chillán
Recientemente remodelado, en este lugar se pueden encontrar las mejores longanizas, cerámica de Quinchamalí y chupallas de la Región de Ñuble. En la web de la Biblioteca Pública Digital se puede descargar gratis la “Guía patrimonial de Chillán. La ruta de la modernidad”, de los autores Fernando Imas Brügmann y Mario Rojas Torrejón. www.bpdigital.cl
Mercado agropecuario
Guía de viaje Arica y Parinacota, Chile. Paisaje cultural con información sobre el agro de Arica. www.fundacionaltiplano.cl