Por José Albuccó, académico de la Universidad Católica Silva Henríquez

Hay un día del año, el 8 de marzo, en que los derechos de la mujer tienen mayor visibilidad a nivel mediático. El logro de la igualdad y justicia, el término del acoso sexual, la violencia y la discriminación que afecta a las mujeres son aspectos que la prensa aborda, con mayor énfasis, en el Día Internacional de la Mujer.

Sin embargo, erróneamente muchas instituciones han convertido esta fecha en una celebración. Lo cierto es que es una conmemoración de acontecimientos tristes e importantes en la lucha por la igualdad de derechos femeninos, que tiene más de 110 años, y que en la sociedad contemporánea recién ha alcanzado relevancia hace pocos años.

Esta ausencia de derechos, igualdad y justicia ha estado también presente en el ámbito de la Cultura Artística y Valoración Patrimonial. Durante siglos la mujer ha sido utilizada como la musa, la modelo y el objeto de creación, mas no como una creadora o promotora de la creación. Incluso sabemos de algunas obras artísticas, atribuidas a  varones, que fueron en realidad hechas por mujeres, demostrando que esta capacidad no es  propia de la “biología masculina” ni un tema de cromosomas. Así, el relato patriarcal y la segregación cultural se ha hecho extensiva también al mundo del arte y el patrimonio, discriminando a lo femenino y dejándolo supeditado a un papel menor.

Conocido es el caso de la artista estadounidense Margaret Doris Hawkins, llevado incluso al cine, cuyo esposo, Walter Keane, se atribuyó por años sus cuadros, llevándose el mérito público. Margaret, que comenzó a firmar también como Keane, demandó y ganó un juicio contra su ex marido, en un tiempo que las creaciones de un cromosoma XY supuestamente tendrían mayor valor en el mercado de las artes visuales.

En el Curriculum educacional de las artes en Chile no hemos estado distantes de la invisibilización, desvalorización e incluso ocultamiento del trabajo creativo de la mujer, siendo que su aporte a la memoria artística y patrimonial ha sido constante.

Hoy el Curriculum se enfrenta, al interior de las aulas y en la formación docente, a una desconstrucción del discurso hegemónico en la historia del arte y del patrimonio. Este proceso no ha estado exento de dificultades, debido al oscurantismo en que ha estado sumida la creación femenina, y solo los años evidenciarán si ha sido solo un nuevo maquillaje o se trata de un auténtico cambio.

Un aporte interesante en esta nueva construcción  han sido los tesoros humanos vivos que el país ha reconocido. De los últimos dos años podemos destacar a Isabel Pakarati Tepano, portadora del saber ancestral del Kai Kai;  a Lucinda Briceño Riquelme, protectora de la cultura urbana de la cueca en el puerto; a Basilia Santos Escalante, representante de la resistencia y memoria del Pueblo Kolla; o a las Palomitas de Larraquette, defensoras de la vigencia del patrimonio alimenticio.

Nuestro reto como país es que las mujeres sean reconocidas como creadoras y que su aporte a la reconstrucción de la memoria e identidad artística y patrimonial sea relevado, de lo contrario siempre seremos una cultura quebrantada e invisible.

Imagen: Nuevo Horcones