Por Francisca Jiménez.
Hace unos años escribí sobre la iglesia de Panguipulli (nombre que significa “tierra de pumas” en mapudungún), una construcción en madera de 1947 a cargo de los monjes capuchinos, que reflejaba a la perfección el trabajo de los carpinteros de esa zona y que se mantenía muy bien conservada. Y no solo eso. El edificio también daba cuenta de la paulatina recuperación patrimonial que comenzaba a experimentar esa localidad sureña.
Hace poco me enteré de la restauración de una antigua casona en el centro de esa pequeña ciudad que fue transformada en un centro cultural al alero de la Corporación de Adelanto de Amigos de Panguipulli. Sergio Irarrázaval, gerente general de esa entidad, explica que ésta se creó en 2006 como un comité de amigos y que en 2011 se transformó en corporación. “Nuestra misión es promover el desarrollo de la comuna de Panguipulli, con sus siete lagos (Calafquén, Pullinque, Pellaifa, Neltume, Riñihue, Pirihueico y Panguipulli), de forma integral y a largo plazo. Esto, focalizándose en programas de educación a través de capacitación a profesores, directores y mil niños que estudian instrumentos musicales doctos con seis orquestas que son parte del programa “Vive la Música”. En segundo lugar, en áreas relacionadas con la cultura, mediante un centro cultural que es el punto de encuentro y de desarrollo de las artes para toda la comunidad y que se emplaza en una casona antigua que se restauró recientemente. En tercer lugar, a través de los oficios mediante un rescate con identidad y puesta en valor con capacitaciones a 130 mujeres de zonas rurales y una tienda. Finalmente, con una planificación urbana y rural para un crecimiento sustentable, con sugerencias a la autoridad”, comenta.
Irarrázaval agrega que el centro actualmente cuenta con dos edificios: Por un lado, la casona cultural misma que tiene salas de arte, danza, galería, cafetería, auditorio y pérgola. Y por otro, una tienda, talleres de oficios, hospedería y salas de clases de música para los niños.
Impecablemente restaurada, la casona donde se encuentra la Escuela de Oficios de Panguipulli me llamó inmediatamente la atención. Además, el trabajo de rescate de la artesanía de la zona me parece digno de imitar por parte de otras entidades que deseen realizar una labor similar a lo largo de nuestro país.
En este caso, se trabaja principalmente con las comunidades mapuche de la zona quienes han trabajado de manera tradicional con materiales tales como la ñocha (una fibra vegetal que crece en varias zonas del sur de Chile), la lana, la madera y la greda. En el caso de esta última, resulta especialmente destacable el rescate de piezas inspiradas en la antigua cultura Pitrén, el primer complejo horticultor que habitó el área entre el río Bío Bío y la ribera norte del lago Llanquihue y desde la cordillera de los Andes hasta la de Nahuelbuta, la cual estuvo presente en la zona de Panguipulli.
Si se encuentra de vacaciones en la zona, vale la pena pasar a conocer el centro cultural y visitar la tienda de artesanía.
Publicado en: Revista MásDeco, La Tercera