Por Carlos Carrasco Peguero | Vía El Mercurio
Unidos por el gusto personal al papel y el arte, pequeños grupos de amigos publican a autores emergentes y experimentan con los formatos. A través del fanzine, libro arte y libro objeto, los chilenos que forman parte de esta escena se han hecho un nombre afuera. Solo en la Feria Plana de São Paulo serán nueve las microeditoriales que estarán representando al país, entre el 23 y 25 de marzo.
"Nolibros, antilibros, pseudolibros, cuasilibros, libros concretos, libros visuales, libros conceptuales, libros estructurales, libros proyecto, libros declaración, libros instrucción". Así denominaba Ulises Carrión, artista, editor y teórico mexicano que formó parte del movimiento de vanguardias del siglo XX, a las publicaciones que expandían las fronteras de la literatura tradicional y la acercaban al mundo visual.
Estos formatos de creación le otorgaron libertades editoriales en forma, contenido e incluso lo llevaron a ser precursor del cuestionamiento hacia el quehacer literario, que incluía la fabricación personal de estas obras para alejarlas de la industria.
En Chile, como en diversas partes del mundo, es sabido que las posibilidades de publicación en los circuitos tradicionales son restringidas. Son pocas las editoriales que imprimen con alta capacidad de tiraje, pero mucho el espacio que ocupan en las librerías comerciales. A partir de esta realidad, diversos proyectos nacionales decidieron seguir la ruta de la autogestión y de esta forma surgieron varias editoriales independientes. Organizadas en agrupaciones como Editores de Chile y Cooperativa de Editores de la Furia, se dedicaron al rescate de renombrados escritores de la literatura chilena sin reedición o de grandes promesas, pero siempre disputando lectores a las más grandes y en las mismas librerías.
No obstante, otras se dedicaron más a la divulgación del arte nacional y se fueron acercando al estilo de Carrión, incluso sin saberlo en ese entonces. Publicaciones como la revista "Beso Negro" en los 80 o el trabajo realizado por el Colectivo Kiltraza en los 90 son solo algunos ejemplos de ello. "Éramos un grupo de amigos que trabajábamos gratis y solo por el entusiasmo de publicar lo que queríamos y no existía. Pasamos por el cómic, fanzine y hasta la teoría del arte", cuenta Sergio Dueñas, integrante de La Nueva Gráfica Chilena, un colectivo desprendido del primero y que funcionó a principios del 2000.
Hace años que no publican, pero no se han apartado de la pasión por la edición independiente y el realce a nuevos artistas chilenos. Impulsados por una creciente cantidad de trabajos de "arte impreso" que empezaban a surgir en Chile, crearon la Feria Impresionante en 2016. Es el primer gran evento enfocado a darles un espacio a estas publicaciones dentro del país.
Si bien no es un fenómeno totalmente nuevo, quienes participan de esta escena concuerdan con que actualmente vive un boom . En la misma Feria Impresionante pasaron de 120 postulantes a 170, con tan solo un año de historia. Los visitantes del evento, organizado en el Museo de Arte Contemporáneo del Parque Forestal, se duplicaron en número hasta alcanzar los 6 mil. Además, desde este año son el único encuentro masivo de edición independiente que cuenta con apoyo estatal: la tercera versión estará financiada por un Fondart de 15 millones de pesos.
Hacer mucho con poco
Las microeditoriales están compuestas por pequeños grupos de personas que generalmente no superan los cuatro miembros. Son conocidos o amigos que trabajan a mano desde casa o en espacios colectivos, en contacto directo con los artistas colaboradores. Están interesados en hacer del papel una herramienta de exhibición para el arte visual emergente y suelen comenzar sus proyectos con ahorros propios, sin percibir ganancias monetarias más allá de la posibilidad de reinversión.
En el segundo piso de una casona cercana al Parque Bustamante trabaja microeditorial Amistad. Sus fanzines llenos de fotografías, colores, texturas y diseños trabajados cuidadosamente, comparten piso con otros proyectos, desde un taller de costura hasta un estudio de radio.
Una de sus integrantes, Camila González, destaca que esta escena "entrega oportunidades únicas para publicar ideas y visualidades que no encuentras en el mercado. Los libros hacen parecer que solo algunas personas son dignas de publicar, pero nosotros apostamos por nuevos talentos y entregamos un producto original y de calidad a un precio accesible".
Sus obras, como es común en este medio, suelen costar menos de cinco mil pesos. Además, son ellos los que recortan, tiñen el hilo, encuadernan y luego venden. Eso hace que cada una de las pocas copias sea numerada y coleccionable. Una característica que uno de sus compañeros, Sergio Soto, refiere como "fundamental para darle valor a la mercancía. Es una posición política".
Este cuarteto de amigos comenzó el proyecto en 2016. Desde entonces han sido invitados a participar en la Feria de Libro Arte de Nueva York, considerada la más importante del mundo. Su "Manual de Autodefensa Feminista" gustó tanto que la librería organizadora del evento, Printed Matter, les compró todas las copias y ya les han pedido enviar más desde acá.
Sin embargo, "las ferias en Chile son pocas y chicas. A pesar de que las convocatorias son buenas, no hay facilidades para los expositores. Si queremos ir, normalmente tenemos que pagar por el puesto", relata Natalia González, integrante de la microeditorial Pupi Club. Es por eso que valoran tanto las instancias como Feria Impresionante, que no cobra por participación.
A pesar de que no sobrepasan las 200 copias por edición, los papeles y técnicas de impresiones como la serigrafía pueden representar un problema económico. Es por ello que deben buscar apoyo financiero. González y su compañera venden poleras y bolsos estampados, lo que les ha ayudado a seguir produciendo. Por otro lado, acaban de ganar un Fondo del Libro y la Lectura para el emprendimiento de Microeditoriales (funciona desde 2010 y entrega hasta 15 millones de pesos), lo que les permitirá comprar nuevos equipos de impresión, actualizar su catálogo y asistir junto a Amistad y otros siete grupos nacionales a la Feria Plana de São Paulo, la más grande de América Latina. En ese mismo evento, que tendrá lugar desde el 23 al 25 de marzo, Chile cuenta con más invitados que cualquier otro país.
Aunque Leo Casas nunca ha viajado a ferias internacionales con su microeditorial Estrellita Mía, reconoce que "lo bueno de esta escena es que se generan redes de trabajo". Sus fanzines, que tocan temas como el erotismo y la disidencia sexual, se venden en librerías de Ciudad de México, París y Baltimore. Esta expansión fue producto del trabajo con artistas internacionales que colaboraron con él y luego lo ayudaron con contactos en el extranjero.
Una experiencia más que confirma la proliferación de este tipo de edición es encontrada en Naranja Librería & Ediciones. Partieron abriendo una librería en el barrio Lastarria y luego incursionaron en la microedición de "libros arte", por lo que ahora también funcionan como galería visual. Sebastián Barrante y Sebastián Arancibia se han dedicado desde 2016, entre otras cosas, a recuperar bitácoras de producción de obras de diferentes artistas nacionales.
Tal como sucede en la mayoría de los casos, estos microeditores estudiaron carreras relacionadas con las artes. Egresados de Arquitectura y Licenciatura en Arte, respectivamente, ambos han concluido que en estas carreras y otras afines a la edición, existe falta de información respecto de este tipo de producción. "No se habla de libros de artista u otros formatos en las universidades. Falta desarrollar investigación en torno al tema", asegura Barrante.
Conscientes de esta falencia, ellos se autoeducaron en la materia, generaron sus propias investigaciones e incluso se hicieron cruciales para otros investigadores que llegan a sus publicaciones en busca de información sobre los artistas con los que han trabajado. Han exhibido sus obras tanto en Europa y Estados Unidos como en Latinoamérica e incluso, agentes de grandes artistas chilenos como Guillermo Dissler y Guillermo Núñez, les han ofrecido la representación de sus obras en los eventos internacionales a los que acuden.