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Cinema Novo, de Eryk Rocha, rescata el trabajo del movimiento del mismo nombre que desde los sesenta reflejó la realidad del país y buscó aportar a una revolución.
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Fue puntal de la renovación del cine en América Latina.
Los cineastas Glauber Rocha, Nelson Pereira dos Santos y Joaquim Pedro de Andrade, fueron algunos nombres notables de un momento único del cine brasileño y Latinoamericano. Cinema novo fue bautizado ese movimiento que en los años 60 renovaron totalmente el cine de Brasil.
Y Cinema novo es también el nombre del premiado documental dirigido por Eryk Rocha, hijo justamente del ineludible Glauber, película que se estrena el próximo jueves 14 de septiembre en la Red de salas de Cine de Chile, gracias a la distribuidora Salamandra Cine, especializada en cine latinoamericano. Y se exhibirá hasta el 25 de septiembre en el Microcine de la Cineteca Nacional de Chile.
Premiada en el Festival de Cannes donde obtuvo el Ojo de Oro al Mejor Documental, Cinema novo es una revisión poética y un homenaje al movimiento, mediante entrevistas a los realizadores que lo impulsaron, las que se van entrecruzando con las películas que marcaron los años sesenta en Brasil, junto a reportes de prensa, entre otros materiales de archivo. “El deseo de este trabajo era no ser historicista, ni explicar qué fue el Cinema Novo o dar una conclusión totalizante sobre el movimiento”, sino ser “una carta o una canción de amor a una generación que amaba a Brasil, que quería cambiar el mundo con el cine. Y cambió al país, evidentemente”, ha dicho el director en sendas entrevistas vinculadas a festivales.
La huella del movimiento
Más de 50 años han pasado desde que en Europa y en nuestro continente se gestaron movimientos cinematográficos fundamentales para la historia del cine. En América Latina corrían vientos de cambio sociales que tuvieron en el cine un correlato artístico de gran importancia: el Nuevo Cine Latinoamericano. Y si bien tuvo características locales en cada país, hubo otras comunes, como la firme intención de, mediante esta disciplina, aportar a una revolución social y estética.
Quienes trabajaban en el área, se comprometieron con mostrar los problemas sociales, rechazando otros trabajos con un énfasis más comercial. El movimiento se vio influido por el neorrealismo italiano, que les heredó la tendencia de usar escenarios reales, con mucha luz natural, en producciones de bajo costo. También, de la Nueva Ola Francesa tomaron los juegos con las temporalidades y el alejamiento del montaje más clásico. En tanto, el cine ruso de los años veinte tuvo impacto en cuanto a la visión de un espectador activo, en el que querían causar efectos.
El Cinema Novo brasileño perteneció a este movimiento, teniendo también sus propias particularidades. De hecho, fue uno de los precursores en el continente, reflejando las problemáticas e identidades del país. Aunque nació previamente, se fraguó durante una dictadura, lo que significó que pasaran de temas como lo rural, las favelas, la pobreza y la explotación, a otros marcados por los conflictos con el nuevo régimen.
Además, el Cinema Novo logró una estética muy distinguible. Una imagen ejemplificadora es el parto en el que nace una persona adulta. La escena corresponde a Macunaíma (Joaquim Pedro de Andrade, 1969, 95 min., ficción), de uno de los directores más importantes del movimiento. “Lo más importante para mí del Cinema Novo es su actualidad. Esas películas, especialmente las de los años sesenta, continúan dialogando visceralmente con el Brasil contemporáneo, tanto en el campo de la forma, de la poética y el lenguaje, como en el campo político, en los temas”, ha explicado Eryk Rocha.
Sin duda, una de las figuras centrales del movimiento fue Glauber Rocha, padre del director de Cinema Novo, y quien elaboró una teoría hermanada con la producción cinematográfica, plasmada en su manifiesto Estética del hambre. Rocha trabajó con el concepto de la descolonización, buscando un cine que, despojado de toda influencia comercial e industrial, se hiciera cargo de los problemas de su época. Bajo estas premisas, realizó películas vitales como Dios y el diablo en la tierra del sol (1964, ficción) y Tierra en transe (1967, ficción). Otro de quienes cultivaron este movimiento fue Nelson Pereira dos Santos. Su Vidas secas (1963, ficción) es considerada una pieza fundacional del Cinema Novo.
La importancia de Chile para el Nuevo Cine
En Chile también corrían vientos nuevos en el cine. Películas como los largos de ficción Largo viaje (Patricio Kaulen, 1967), Tres tristes tigres (Raúl Ruiz, 1968), El Chacal de Nahueltoro (Miguel Littin, 1969) y Valparaíso mi amor (Aldo Francia, 1969), son ejemplos de cintas comprometidas con su época, con miradas estéticas renovadas. Nacía el Nuevo Cine Chileno.
En medio de esta estimulante oleada, Chile se convirtió además en el país donde confluyó el Nuevo Cine Latinoamericano gracias al Festival de Viña del Mar, certamen liderado justamente por Aldo Francia. Fue en 1967, hace 50 años, que ahí se realizó el primer Encuentro de cineastas latinoamericanos donde se encontraron y conocieron figuras centrales del momento como Jorge Sanjinés (Bolivia), Mario Handler (Uruguay), Pino Solanas (Argentina) y cineastas brasileños, como Glauber Rocha, León Hirszman, entre otros. Una experiencia que se expandió en 1969, donde se siguió discutiendo por los caminos que debía seguir el cine latinoamericano de entonces: uno consciente, crítico y revolucionario, tanto en sus temáticas, como en su estética.
Hacer Cinema Novo
La idea de hacer Cinema Novo comenzó hace más de diez años, cuando Eryk Rocha, en conversaciones con Canal Brasil, se dio cuenta de que, si bien había libros sobre el movimiento, no había una película que hablara sobre su trabajo. Fue entonces, con la urgencia de entrevistar a los directores, que comenzó a dar vida a la cinta, reuniendo cerca de veinte conversaciones grabadas.
Fue en la presente década cuando se volvió a encontrar con ese material y lo retomó. Comenzó el montaje de lo que tenía y, en paralelo, se sumergió en una investigación que fue influyendo la edición. Así, revivió cintas que ya había visto, encontró algunas menos conocidas, llegó a reportajes en distintos países y conversó con familiares de los directores. Con todo esto fue armando una nueva película durante nueve meses. “Es un filme de montaje, de construcción, de interacción entre filmes. Son fragmentos, que componen y construyen la película”, explicó.
Cinema Novo se exhibirá en la Cineteca Nacional de Chile entre el 14 y el 25 de septiembre (excepto entre el 17 y el 19), a las 20:40 horas en el Microcine. La entrada para el público general cuesta $3.000, mientras que para adultos mayores, estudiantes y adheridos a convenios, $2.000.
Tráiler: https://www.youtube.c