Por Francisca Jiménez
El año pasado, mientras preparaba información para un proyecto sobre bordadoras de diferentes lugares de Chile, descubrí que existía un colectivo de ellas en Huilquilemu, Región del Maule. Cuál fue mi sorpresa al ver a comienzos de este año un artículo que mencionaba la publicación de un libro sobre estas mujeres. Gracias a un Fondart Regional (2016), se imprimieron 1.200 ejemplares, de los cuales varios de estos fueron distribuidos de manera gratuita en librerías de Talca y Santiago. Fui una de las afortunadas en conseguir uno de ellos.
"Bordar en Huilquilemu, oficio memorable" es el título del libro que relata la historia de quienes se han dedicado a retratar la vida en el campo de aquella zona entre 1979 y 2016. La investigación de Ana María González Yévenes, master en museología, profesora de Historia y Geografía y especialista en temas relativos al patrimonio cultural, nos cuenta acerca de este colectivo: desde sus orígenes hasta la actualidad. El grupo surgió en 1979 en la Villa Cultural Huilquilemu con el impulso de monseñor Carlos González Cruchaga, obispo de Talca, quien contactó a Hernán Correa de la Cerda, director de la sede Talca de la Universidad Católica y fundador de la Villa Cultural de Huilquilemu, para convocar a un taller de bordados para mujeres de la zona.
Así fue como llegaron más de 50 personas a este curso. En un comienzo al alero de las profesoras Mónica Aguirre y Lucía Cristi, quienes viajaban regularmente desde Santiago al lugar, se dio forma a este proyecto que durante más de treinta años funcionó de manera ininterrumpida y semanal, cada jueves.
Esto hasta que el terremoto de 2010 frenó este trabajo colectivo. Desde ese entonces, las bordadoras han trabajado de manera independiente Las bordadoras eran Mercedes Sepúlveda, Aída Donaire, Graciela Romero, Olivia Díaz, Rebeca Irribarra, María Espinoza, Gabriela Molina, Rosa Escobar, Soledad Casanova, Flor Izeta y Fidelina Molina. En el libro, la autora hace referencia a lo siguiente: "Hoy, a 37 años de la formación del taller, quedan únicamente siete bordadoras que mantienen en ejercicio el oficio.
El resto, por diferentes razones, como edad, salud, otras labores mejor remuneradas o por fallecimiento, dejaron las agujas, las lanas de colores y las telas con las que dieron vida a tan hermosas obras." Es de esperar que el oficio continúe, de generación en generación, para retratar la vida del lugar, aunque ya no sea netamente la de la vida en el campo (Huilquilemu hoy se encuentra dentro del radio urbano de Talca). Esto, a pesar de catástrofes como los terremotos o los incendios.
Publicado en: Revista MásDeco - La Tercera