Por Francisca Jiménez.
Ha sido uno de los mejores viajes que he hecho en mi vida. No solo porque fui con mi madre, sino porque además pude combinar mis dos grandes intereses: el arte y la literatura. Y esto en Oaxaca, una de las ciudades más lindas de Latinoamérica, es un privilegio.
Por un lado, pude conocer desde dentro cómo funcionan las ferias de libros y tener una visión diferente a la del visitante. Fui invitada a participar de las jornadas de profesionales de la FILO (Feria Internacional del Libro de Oaxaca), como representante de mi editorial, la que se realizó a mediados de noviembre y que este año tuvo como país invitado a Chile. Conocí a ilustradores, escritores, editores y distribuidores mexicanos y nacionales, lo que fue una oportunidad única para conversar e intercambiar ideas respecto a la industria editorial. Conocí a Alejandro Magallanes, por ejemplo, un ilustrador muy conocido en México y quien además tiene una librería espectacular en la capital de ese país ("La increíble librería"). Muy interesante me pareció el stand chileno con una surtida oferta de libros de diferentes editoriales, algunas de las cuales me llamaron la atención por su diseño. Me pareció destacable la propuesta de ediciones Cuadro de Tiza, por ejemplo, con libros con una gráfica simple, limpia y elegante que hace destacar el contenido, y que demuestra que se puede imprimir bien y a bajo costo. Pero también me encantó ver la recepción de los mexicanos respecto a las iniciativas chilenas.
En más de una ocasión escuché comentar en presentaciones de expositores nacionales lo buenos lectores que son los chilenos y su gran legado cultural. Algo que me impresionó bastante, siendo que por lo general las estadísticas suelen mostrar que somos un país poco lector. Aunque quien sabe si en comparación a otros países latinoamericanos lo somos realmente. Lo cierto es que nuestra reputación es bastante mejor en el extranjero que acá. Así al menos lo vi en la conferencia "Biblioteca moderna. El caso de la biblioteca viva de la Fundación La Fuente", dictada por Claudio Aravena, gerente de desarrollo de la entidad.
Pero además del mundo literario y editorial, Oaxaca es una ciudad patrimonial muy cuidada, con muchos edificios antiguos restaurados. Varios ejemplos de ello son el Jardín Etnobotánico -un claustro colonial que durante años fue un cuartel militar y que luego de estar un tiempo abandonado fue restaurado para dar vida a uno de los parques con especies autóctonas más completos de la zona-, el MUFI o Museo de la Filatelia -un antiguo edificio que hoy alberga una gran colección de estampillas y cartas, entre ellas algunas de Frida Kahlo-, y el Centro Cultural San Pablo -un exconvento donde se realizó el X Simposio de Shibori, una ancestral técnica de teñido, al cual asistí también.
Publicado en: MásDeco - La Tercera