- Obras de Yolanda Andrade, Susana Casarin, Ruth Lechuga y Maritza López integran la muestra El colorido espejo de la muerte.
- Son 24 imágenes a color y blanco y negro que muestran diversas formas de recordar a los difuntos; se exhibe en la Sala Nacho López de la Fototeca Nacional
La celebración que se realiza los últimos días de octubre y los primeros dos de noviembre, cuando “la brecha entre el mundo de los vivos y de los muertos se abre para permitir el retorno de las almas de los fallecidos” y visitar a sus seres queridos, quienes los esperan con flores, luces, viandas, música y danzas, es captada por cuatro destacadas fotógrafas en la exposición colectiva El colorido espejo de la muerte.
Yolanda Andrade, Susana Casarin, Ruth Lechuga (1920-2004) y Maritza López exponen sus diversas miradas en torno al ritual del Día de Muertos en dicha muestra fotográfica, integrada por 24 imágenes a color y blanco y negro, que se exhibe en la Sala Nacho López de la Fototeca Nacional del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en Pachuca, Hidalgo.
La exposición nació hace más de una década, explicó Maritza López, curadora del montaje, como resultado de un proyecto fotográfico de la investigadora de origen austriaco, Ruth Lechuga, que devino en un libro para la Universidad de Fort Worth, Texas.
Posteriormente, la muestra como tal se organizó a instancias de una invitación del entonces embajador de México en la India, Jaime Nualart, quien tenía conocimiento de este material gracias a la editorial Artes de México. Se montó en la Galería Bengal del Centro Rabindranath Tagore, en Calcuta, India, en octubre de 2010.
“Originalmente se trataba sólo del trabajo de Ruth (a partir de los años veinte hasta poco antes de su fallecimiento) y el mío (de los setenta a la fecha), más tarde se buscó invitar a una o dos personas que tuvieran obra sobre esta manifestación cultural en la ciudad y en pequeñas comunidades rurales”, explicó Maritza López.
La fotógrafa expuso que se trata de mostrar las distintas facetas de esta celebración declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, en 2003, como las observadas y capturadas durante el recorrido que hizo acompañando a Ruth Lechuga por la República Mexicana.
En este viaje por la geografía nacional, relató Maritza López, descubrieron que este festejo abarca mucho más que el simple hecho de acudir a los panteones para estar con sus difuntos o montar las típicas ofrendas.
“Habíamos visitado Oaxaca y Michoacán, pero a medida que nos adentramos por el país conocimos otras realidades más allá de las ya consabidas, nos dimos cuenta que la fiesta era de una versatilidad impresionante: gastronómica, dancística, musical y artesanalmente (máscaras y juguetes, entre otros); la idea del Día de Muertos del panteón, la velación, los tamales y los altares, cambió para nosotras”.
Sobre este ritual que privilegia el recuerdo sobre el olvido, López declaró que la idea de celebrar la vida a través de la muerte, es una de las características constantes de los festejos en el país.
Maritza López destacó que el Día de Muertos es una conmemoración que se debe enseñar a las nuevas generaciones para que la preserven, ya que se trata de una tradición que en el país tiene representaciones maravillosas, cuya raíz proviene, en muchos casos, de tiempos prehispánicos.
Sobre la particularidad de los trabajos de cada una de las participantes, Maritza López resaltó que Ruth Lechuga fue una enamorada de México, la riqueza cultural del país la impresionó a tal grado que decidió ayudar a que estas manifestaciones culturales no desaparecieran, haciendo un registro de algunas de ellas, como se puede apreciar en su obra expuesta.
Yolanda Andrade se ha especializado en temas sobre la ciudad, por lo que muestra algunas de las representaciones urbanas de esta celebración.
Por su parte, Susana Casarin expone parte de un trabajo hecho en el municipio de Naolinco, Veracruz, donde da a conocer la forma como festejan en ese poblado a los seres queridos que han fallecido.
De su participación en El colorido espejo de la muerte, la curadora dijo que se trata de un seguimiento de su trabajo realizado en distintas de regiones del país, ahondando en los festejos celebrados en diversos pueblos, donde descubrió otras formas de concebir este ritual.
“Estas cuatro fotógrafas excepcionales nos muestran por qué la fotografía contemporánea es columna vertebral del arte mexicano. El cual no deja de explorar las sustancias de la vida, una de ellas, su espejo oscuro, a ratos colorido, la muerte”, destaca el escritor Alberto Ruy Sánchez, en un texto de sala.
La exposición fotográfica permanecerá hasta el 23 de noviembre, en la Sala Nacho López de la Fototeca Nacional, Casasola s/n, colonia Centro, Ex Convento de San Francisco, Pachuca, Hidalgo. Horario: martes a domingo de 10 a 18 horas. La entrada es liberada.
Fuente: Instituto Nacional de Antropología e Historia - Secretaría de Cultura de México