Para los niños que están aprendiendo a leer, el período estival resulta ser una época en el que muchas veces los avances  de los pequeños lectores retroceden al no practicar la lectura de manera continua. “La lectura diaria de cuentos cortos, que no tomen más de cinco minutos, son una herramienta eficaz para no perder el ritmo”, es una de las recomendaciones de Emma Ruiz de Gamboa, coordinadora pedagógica del método Lemalín.

ENERO.-  Entre los seis y los ocho años los niños comienzan a aprender a leer. Se trata de un proceso continuo que, sin duda, forma parte  de las herramientas fundamentales que tienen para comprender el resto de sus futuros aprendizajes. Durante el año escolar aprenden la lectura y la practican. Sin embargo, en las vacaciones de verano muchos niños interrumpen esa costumbre y pierden sus avances.

“Muchas veces identificar los sonidos y asociarlos a una letra es lo que más dificulta la lectura de los niños, porque es el proceso más complejo de realizar. Es importante que durante los meses de vacaciones lean pequeños cuentos, porque ejercitarán este proceso y consolidarán lo aprendido, logrando progresar en su fluidez lectora”, explica Emma Ruiz de Gamboa, coordinadora pedagógica del método Lemalín, el cual apoya a los profesores en la enseñanza de la lectura y la escritura de manera graduada y sistemática, ofreciendo material de lectura de libre acceso en www.lemalin.cl.

De acuerdo a su experiencia, otro pilar fundamental en esta etapa es escuchar constantemente la lectura de cuentos, poesías, adivinanzas, refranes, entre otros, pues despierten y fomenten el gusto por la lectura. Si además esta lectura es realizada por los padres o un adulto significativo para los niños, éstos la asociarán con experiencias de afecto y cercanía. Escuchar un cuento o poema antes de dormir, solo uno diario, puede crear un futuro buen lector.

Otro de los aspectos importantes de potenciar durante las vacaciones es el vocabulario: “Se debe ampliar, lo que implica un trabajo relevante por parte de los padres. Durante la lectura a sus hijos, pueden aparecer palabras desconocidas para los niños, que preguntarán por su significado. Se produce de esta manera una conversación muy rica en torno al vocabulario, pudiendo los padres explicar el significado de la palabra e invitar a los niños a usar esa palabra en otros contextos. Mientras más palabras utilicen los padres, los niños conocerán y utilizarán un vocabulario más rico y preciso.  Tener un amplio vocabulario permite tener un conocimiento más extenso del mundo y saber más cosas”, señala Ruiz de Gamboa.