“Con reforma o sin reforma, el Estado tiene que resolver la ausencia que ha tenido en la educación pública”, afirma Juan Pablo Valenzuela, académico del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile. Critica la pasividad que ha tenido el Estado en la construcción de establecimientos municipales en zonas donde se necesitaban, lo que favoreció la apertura de colegios particulares subvencionados.
Por: Angélica Cabezas Torres para Grupo Educar
“Durante muchos años, los gobiernos de la Concertación abandonaron la educación pública”. Así explica Juan Pablo Valenzuela, académico del CIAE, que Chile esté entre los países con menor disponibilidad de educación pública, la que alcanza un 38% aproximadamente de la oferta educacional del país, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
En Chile se construyen entre 100 y 150 establecimientos nuevos cada año, de los cuales no más de 10 son públicos. Sin embargo, con la ley de inclusión, los sostenedores con fines de lucro quedan fuera del sistema y ahora el Estado deberá resolver la necesidad de nuevos colegios, ¿cómo lo hará en 2016? Estamos a la espera de esa respuesta, dice Juan Pablo Valenzuela.
Para construir un colegio se requieren varios millones de dólares, y por ley, los municipios no se pueden endeudar; sin embargo, el investigador apela a la falta de una iniciativa similar a la que se ha llevado a cabo en el área de la salud. “ Los consultorios se construyeron, la salud primaria es pública, no se llenó de gente en isapres”.
El investigador agrega que muy pocos establecimientos públicos ofrecen educación desde prekínder hasta 4° medio, lo que sí hacen los subvencionados, y las familias deciden el colegio para sus hijos en los primeros años de escolaridad, “después se hace caro cambiar a los niños de escuela”.
Usted indica que los gobiernos de la Concertación abandonaron la educación pública, ¿en qué sentido?
–En el Ministerio de Educación nunca hubo un equipo profesional de apoyo especializado en la educación pública. Segundo, no hubo una política para poder resolver aspectos vinculados a la oferta educativa.
Basta ver el ejemplo de Alto Hospicio, resultado de la expansión territorial de la comuna de Iquique. Hoy, allí viven más de 100 mil personas y lo más sensato para las familias y para las políticas públicas es que los niños de Alto Hospicio vayan a escuelas que están en el sector. Sin embargo, ¿cuántas escuelas públicas de educación básica se construyeron? Solo una. Entonces, ¿qué sucedió? Está lleno de escuelas particulares subvencionadas con y sin fines de lucro y las familias escogieron lo que había.
Adicionalmente, teníamos un sistema desregulado. No obstante, en la oferta educativa con lucro no está el corazón del problema, ellos resolvieron la ausencia de Estado en la provisión de educación en las zonas de expansión urbana. Con reforma o sin reforma, el Estado tiene que abordar esta ausencia que ha tenido.
Y a nivel mundial, ¿cuál es la magnitud de la oferta privada en educación?
–En la mayor parte de los países hay una educación privada y en algunos casos también recibe financiamiento del Estado como la subvencionada chilena, ejemplo de ello son Inglaterra, EE.UU., Suecia y Canadá.
Hay experiencias donde la provisión privada es muy pequeña, como Nueva Zelandia, y hay otras donde es muy alta, como es el caso de Holanda, que supera a Chile pero no permite el lucro. Bélgica también tiene un porcentaje no menor, igual en el caso de Inglaterra, donde hay una provisión privada no despreciable. Aún así, en el promedio de los países de la OCDE sobre el 80% de la matrícula escolar va a escuelas y liceos públicos.
¿Y existe lucro en la educación?
–Que las entidades que prestan educación financiada con recursos públicos tengan fines de lucro, como es el caso de Chile, casi no existe en ningún lugar del mundo. Hay casos muy extraños, como es el caso sueco, pero estamos hablando de una cobertura muy pequeña, la provisión con fines de lucro es menos del 5% total de la matrícula.
¿Cómo opera la administración y gestión de los sistemas educativos en los países que son potencias mundiales en educación?
–Ocurre, por ejemplo, en EE.UU., que no es una potencia mundial en educación, pero sí posee estados donde el sistema escolar es extraordinariamente bueno y muy innovador. Hay allá sistemas de gestión subnacionales de altos estándares y heterogeneidad, denominados distritos escolares. Esto tiene mucho sentido en el caso de EE.UU., porque es un país muy descentralizado en el ámbito de la educación.
Algo similar sucede en Canadá. La provincia de Ontario posee un sistema escolar que es ejemplo de buenas prácticas, de reducción extrema del nivel social de las familias en las oportunidades educativas de los niños, de alto desempeño y de alta equidad. Por otro lado, Quebec tiene una condición no tan destacable a nivel internacional.
Hay otros países que son altamente centralizados. Singapur tiene un alto desempeño educativo y posee un gran sistema nacional. Es una isla, entonces no tiene sentido tener autoridades locales y regionales.
¿Quién administra las escuelas en la mayoría de los países?
–En la mayoría de los naciones, las escuelas toman gran parte de las decisiones pedagógicas y de la gestión curricular. Y las entidades a cargo de la administración de las escuelas e incluso de la colaboración de esa red de escuelas públicas, son mayoritariamente entidades descentralizadas, no necesariamente los municipios. Por ejemplo, en Canadá es la provincia, lo mismo sucede en los casos de Alemania y de Australia.
En otros países, como Holanda o Finlandia, además de esta descentralización de las actividades pedagógicas curriculares en las propias escuelas, el tema global de la gestión de la educación pública se hace a nivel del municipio.
Y en otros lugares, como es el caso de Nueva Zelanda, es en la propia escuela, no hay un nivel intermedio, hay unos consejos escolares de padres en cada establecimiento.