Hace pocas semanas tuve el honor de entrevistar a una de las personas que más saben de patrimonio en Colombia. Antropóloga, docente y documentalista, hija del pintor Jorge Elías Triana, Gloria Triana ha trabajado por varias décadas en la investigación de los pueblos indígenas de ese país, muchos de los cuales registró con su cámara.
¿Cómo fue su formación profesional?
Voy a cumplir 75 años y más de cincuenta años trabajando. Estudié sociología con especialización en antropología en la Universidad Nacional de Colombia, en los sesenta. Esa época fue importante en el país porque se crearon los estudios sociales. Por primera vez se investigaba el área de manera científica y sistemática. Los maestros que nos enseñaron eran los mejores en ese campo (…): la ‘crème’ de la intelectualidad de las ciencias sociales. Eran tiempos en los que creíamos en muchas utopías, recibimos una formación de compromiso con la nación y con muchas esperanzas también. Como estudiantes participamos en libros sobre la violencia en Colombia, pero que se refería a aquella de los años cincuenta donde había una especie de conflicto interno entre los dos partidos tradicionales del país. Yo empecé a trabajar como antropóloga, siendo aún estudiante, en el Ministerio de Gobierno, que ahora es el del Interior. Tenía una división de asuntos indígenas. Desde la Colonia existía una ley para las etnias con un tratamiento especial en muchos casos, sobre todo en cuanto al territorio y resguardos indígenas. En ese tiempo, la comunidad afrodescendiente no se mencionaba, era como si no existiera.
Mi primer trabajo de campo fue con los indígenas wayúu. Y mi tesis fue sobre las comunidades indígenas del departamento del Cauca. En Colombia tenemos por lo menos 64 etnias con lenguas, cosmovisiones y culturas distintas. Una vez que me gradué, renuncié al trabajo en el ministerio y me presenté como profesora en el Departamento de Antropología, que se acababa de crear.
¿Con qué comunidades trabajó?
El trabajo con indígenas fue en todo el país porque están dispersas en el Caribe, en el Pacífico, en el sur, en la Amazonía, entre otras zonas. Y en ese recorrido para estudiar esas etnias, yo me encontraba con las comunidades afro. Como en el Chocó, por ejemplo, donde esa población constituye el 95 por ciento del total de los habitantes con una minoría indígena, además de un grupo muy pequeño de mestizos.
¿Pensó que en algún momento investigaría las comunidades afrodescendientes?
Sí, a pesar de que investigaba a las comunidades indígenas, al llegar a esos territorios también me interesaba ver lo que pasaba con este otro grupo. Mi trabajo de antropología visual, que ha sido mi principal ocupación, empezó con las comunidades afro.
¿Cómo ha logrado poner en valor la cultura patrimonial desde los documentales?
La idea de lo visual la descubrí en la academia cuando veía que las investigaciones, además de una bibliografía, contaban con una filmografía. Entonces comencé a buscar documentales para las clases que dictaba y vi que prácticamente no había. Entonces para discutir los temas con los estudiantes comencé a recurrir a los trabajos de la norteamericana Margaret Mead y del francés Jean Rouch, entre otros. Como había hecho el recorrido por las diferentes zonas del país, comencé a interesarme por las expresiones de la música, la danza y las fiestas. Así fue como me salí de la docencia y me fui a trabajar al Instituto de la Cultura, anterior a la fundación del ministerio que se hizo después de la Constitución del 91. Anteriormente teníamos una de 1886, la que no reconocía que éramos un país multiétnico y diverso culturalmente. Era como si existiera una sola cultura, religión y lengua, que era la de raíz española. Eso fue lo que hizo concentrarme en este tema. Trabajando en el Instituto, me llamaron para hacer una serie de televisión que duró cuatro años al aire, y que fue un recorrido por toda la geografía nacional y la diversidad cultural del país.
En los años setenta este tema se consideraba folclor. Hoy ya se habla de culturas populares. Este archivo de documentales es hoy patrimonio de la nación, el que ha sido reconocido incluso por nuevas generaciones que se interesan por el tema.