La poetisa destaca, además, el diálogo directo con la tierra: “Así hablamos de la fuerza del viento, del mensaje del canto de los pájaros, de las energías necesarias del universo, de los pewma o sueños que van orientando nuestro caminar día tras día. Junto a este sentir de la mapu o tierra, también emergen nuestras obras sobre la justicia y la injusticia vivida en este andar donde las culturas no terminan de comprenderse. Nuestra obras, entonces, hacen un llamado a mirarnos y reencontrarnos, intentando llegar al equilibrio”. Jaime Huenún, escritor mapuche y profesor de literatura, autor de “Reducciones”, entre otros títulos, destaca a su vez la inspiración social y cultural: “La actual literatura escrita mapuche en español o bilingüe es hija de complejos y, muchas veces, violentos procesos políticos, culturales y educacionales, constituyéndose en un instrumento de preservación de la memoria cultural e histórica y en un espacio visible para la creatividad y el diálogo intercultural”. Por qué poesía “A orillas de un sueño azul” de Elicura Chihuailaf; “Oratorio al Señor de Pucatriwe”, de César Millahueique; “Palimpsesto” de Paulo Huirimilla; “Sueño de un amanecer” de María Isabel Lara Millapán; “Perrimontun”, de Maribel Mora Curriao; “Luna de cenizas”, de Rayen Kvyeh; y “Weichapeyuchi ül: cantos de guerrero. Antología de poesía política mapuche”, de Paulo Huirimilla, son solo algunos de los libros de autores mapuche. Al recorrer estos y otros, surgen los textos poéticos con temáticas esencialistas o ancestralistas. Es el caso de obras de Leonel Lienlaf, Lorenzo Aillapán, Elicura Chihuailaf y María Isabel Lara Millapán. Otras líneas se relacionan con lo transcultural y el mestizaje (César Millahueique, Paulo Huirimilla, Emilio Huaquin, Roxana Miranda Rupailaf, Bernardo Colipán, Maribel Mora Curriao), la poética urbana contestataria (David Añiñir, Javier Milanca, Alberto Guzmán Ralliman) y temáticas femeninas en torno a la defensa y sublimación de la naturaleza y el territorio ancestral, la preservación y proyección de la memoria, además de las tensiones y luchas indígenas, entre otros temas. María Isabel Lara Millapán, quien comenzó a escribir poesía en su infancia, comenta que este género ha sido el camino de los autores de su pueblo por la forma de comprender su identidad y mundo: “La literatura es uno de los elementos más sensibles y abre espacios a nuestra expresión y también a nuestra búsqueda. En la sociedad en que vivimos; diversa, pero aún no bien comprendida en su diversidad, nos vemos cada día enfrentados a recordarnos y reencontrarnos, en nuestra historia, en nuestra filosofía y en nuestro lenguaje, para dar respuestas a nuestro actuar. Es aquí donde el arte de la palabra nos aporta con sus luces y viaja a alumbrar el sentimiento de lo que queremos ser. Este arte es el que nos hace pensar y decir…”. Jaime Huenún piensa que la poesía mapuche establece estrechos vínculos con la naturaleza en una operación estética que hoy parece anacrónica para la literatura oficial, pero que tiene un sentido cultural inevitable y poderoso: mantener conexiones vivas con el lugar y la memoria familiar y comunitaria de origen. En medio de una tradición oral
Es sabido que la cultura mapuche se articula y mantiene a través de la oralidad mediante cantos y relatos, casi siempre en lengua originaria. ¿Cómo fue el paso a la escritura? “Líderes e intelectuales mapuche empezaron a usar de manera sistemática la escritura, tanto en Chile como en Argentina, a contar del siglo XIX, como una vía para la negociación política, económica y cultural. Luego del Tratado de las Canoas, en la zona huilliche (1793), y de la Pacificación de la Araucanía (1883), el Estado y las misiones católicas y protestantes implementaron internados y escuelas en campos y pueblos del sur, espacios en los que se prohibía el uso del mapudungun a los pupilos indígenas. Por imposición o por opción, por lo menos, hace 150 años se ha estado usando la escritura en español por parte de mapuches, lo que ha generado una significativa interacción entre escritura y oralidad y entre dos idiomas (mapudungun y español), en difícil contacto y fricción”, explica Jaime Huenún. Esa misma mezcla se combina en los libros bilingües de autores mapuches, permitiendo a quienes no son parte del pueblo acceder un poco a su mundo. Pero quien sabe leer los versos en mapudungun tiene la fortuna de comprender las voces exactas de los pensamientos de los escritores. “La traducción no siempre interpreta bien”, advierte Lorenzo Aillapán, quien además trabaja por la conservación de los signos topográficos originarios. En la lengua de sus ancestros estos poetas tienen las palabras de sus sueños. Como dice María Isabel Lara Millapán: “Este idioma plasma el sentimiento, que traducido pierde parte de su esencia”. El lugar de la literatura mapuche “La persona no mapuche empieza a ver la obra de nuestro pueblo como algo importante e inspirado. No es como cualquier tema. Inspirarse con el volcán, la profundidad del mar… Lo ven como novedoso, sobresale”, piensa Lorenzo Aillapán. De igual modo, según asegura Jaime Huenún, la literatura mapuche, específicamente la poesía, tiene todavía un lugar marginal en los circuitos literarios nacionales, a pesar de su creciente valoración académica. Agrega: “He dicho en otras ocasiones que la poesía mapuche vive una época o edad de plata, ya que, al menos, hay una decena de autores que están produciendo textos de gran nivel, lo cual ha sido reconocido por las institucionalidad literaria. Sin embargo, salvo algunas excepciones, se trata de una poesía que comparte con la poesía chilena espacios de difusión y lectura muy acotados, carentes de divulgación pública masiva. A esto hay que añadir que las sociedades indígenas son todavía ignoradas, omitidas o tergiversadas, situación que impide la cabal comprensión de sus producciones artísticas. A pesar de ello, mi experiencia como autor y lector indica que la poesía mapuche y de otros grupos originarios puede servir también, entre otras cosas, como una herramienta efectiva para el diálogo intercultural y para la creación de bases que permitan el surgimiento de una sociedad que asuma la pluriculturalidad como factor activo de una identidad nacional en movimiento, diversa e inclusiva a la vez”. Sería asunto de ampliar la mirada y de comprensión del otro en un camino horizontal. "La literatura de cualquier cultura siempre será un aporte a la humanidad”, concluye María Isabel Lara Millapán.