Un conjunto de propuestas que busca reimpulsar el trabajo de las bordadoras de Isla Negra desarrolló la diseñadora de la Universidad Diego Portales, Sofía Hott. Las planteó en su proyecto de título, y hoy -gracias al financiamiento de un Fondart y a la colaboración con la Fundación Neruda- las lleva a cabo con un grupo de 28 bordadoras interesadas en restituirle dignidad a esta artesanía patrimonial.
Fuente: Revista Vivienda y Decoración de El Mercurio.
Texto, Andrea Zúñiga S. Fotografías, Viviana Morales R.
Lideradas por Leonor Sobrino -veraneante de Isla Negra- en 1966 las mujeres de esa localidad comenzaron a bordar para ayudar económicamente a sus familias. Dieron puntadas con tanta pasión y talento que las escenas cotidianas que retrataban sus vidas se hicieron conocidas y muy requeridas. En las décadas de los 60 y 70, estos trabajos de coloridas lanas sobre quintales de harina sólo supieron de éxitos: se exhibieron en el Museo Nacional de Bellas Artes, viajaron a París e incluso inspiraron a Pablo Neruda en uno de sus poemas. Pero en los 80 el panorama cambió y se agravó cuando Sobrino dejó la agrupación. Consciente del valor histórico y artístico de estos bordados, Sofía Hott decidió investigar el fenómeno. Así nació el proyecto "Bordadoras de Isla Negra" que presentó en la Universidad Diego Portales para titularse como diseñadora (www.bordadorasdeislanegra.com). -Me centré en estas bordadoras porque fueron pioneras, y sus trabajos inspiraron a grupos que vendrían después. Al estudiarlas, me di cuenta de que estaban trabajando muchos formatos, incorporaban elementos ajenos al entorno y tenían problemas para exhibir correctamente sus obras -explica Sofía. Buscando solucionar los problemas detectados, su proyecto de título propuso estandarizar los formatos de los tapices en grandes (65 x 45 cm) y medianos (30 x 40 cm). Asimismo, planteó la creación de cuatro productos que permitieran hablar de la historia, la estética, el valor del tiempo dedicado a la creación de cada textil y la poesía asociada a esta artesanía. -Para difundir las palabras que Neruda les dedicó, concebí una tela impresa con los versos de "Presentación florida", doblada a la manera de un sobre, en cuyo interior hay un pequeño bordado inspirado en el poema. Para remitir a la historia propuse confeccionar un bolso que aludiera a los quintales de harina que usaron las primeras bordadoras -hoy emplean osnaburgo- y para eso diseñé los Tote Bags, que son bolsas impresas a la manera de los antiguos sacos de harina, que se venden con un bordado en círculo o en óvalo -explica la profesional. También concibió el kit Do It Yourself, una caja en la que va un dibujo delineado por las bordadoras y un conjunto de lanas para desarrollar el trabajo según las indicaciones. -Este habla de la estética y rescata el valor de lo hecho a mano -dice Sofía y agrega: "como una forma de dar importancia al tiempo invertido en cada cuadro, y con el propósito de reforzar la idea de que son piezas de arte que merecen cuidado y respeto, desarrollé una bolsa tubular en cuyo interior se entregan los tapices". Con estas propuestas Sofía se acercó a las dos agrupaciones existentes: las Bordadoras de Isla Negra, el grupo Las coincidencias, y a otras mujeres que trabajan de manera independiente. "Solo he puesto mis conocimientos de diseño al servicio de las bordadoras. Mi intención no es intervenir sus trabajos, pero sí crear soportes claramente definidos para lograr visibilizarlos y difundirlos de mejor manera". "He visto buenos resultados y cada vez se han ido sumando más bordadoras al proyecto", señala Hott.