En 1571 llegan a la ciudad de Osorno las religiosas Isabel de Landa, Isabel de Palencia e Isabel de Jesús, las primeras religiosas Clarisas, quienes acompañaron a las huestes españolas que fundaron dicha ciudad, pero además de su servicio a la fe y la evangelización estas beatas constituyeron una de las primeras manifestaciones artesanales de nuestro país, cuya fama traspaso fronteras y formó parte de unas de las piezas más importantes de la cultura popular de Chile del siglo XVII, se trata de la cerámica perfumada de las Monjas Claras. Artesanía que se caracterizaba por su exquisito olor, el cual perdura a través del tiempo y del cual muchos escritores y padres de la patria hacían referencia a su aroma adictivo, sus vibrantes y atractivos colores con un marcado estilo arabesco y detalles en pan de oro y plata.
Así bien lo describe Diego Portales en sus cartas a su amigo Garfias, “Por Dios le pido que mande dos matecitos dorados de las monjas, aquellos olorcitos: con el campo y la soledad me he entregado al vicio, y no hay noche que al tiempo de tomar mate no me acuerde del gusto con que lo tomo en dichos matecitos”. También la famosa escritora francesa, la Condesa D’Aulnoy relata con sorpresa el poder adictivo de esta cerámica, “En casa de la princesa, varias damas comieron… y el vientre y el estómago se les hinchaba haciéndose duros como piedra y la piel se les pone amarilla como membrillo”. 1
En las paredes del monasterio de las monjas Claras se guardó por decenios el secreto de la producción y aroma de la cerámica, hasta que en 1898 murió la última religiosa quien se llevó el secreto a la tumba. En el año 1972 el Museo Histórico Nacional, en su interés por redescubrir esta artesanía, le encarga a la Investigadora Vanya Roa rescatar esta tradición y efectivamente se logra descubrir la fórmula, la cual fue entregada a la orden religiosa.
En la actualidad, la producción de esta cerámica es menor, pero son parte del registro de patrimonio cultural de Chile, los vestigios de este trabajo se encuentran en el Museo Histórico Nacional y el Museo del Carmen de Maipú, en un interés por conocer más sobre esta artesanía conversamos con el Conservador y Encargado de Colección de la cerámica perfumada policromada del Museo Histórico Nacional, Gregory Ortega, quien resguarda las últimas piezas de esta tradicional técnica y nos cuenta su historia, características y el aporte del Museo por mantener este patrimonio popular.
¿Cómo llegan estas piezas al museo histórico?
Fue en los años en que se funda el museo, en el 1935, momento en que se encontraba Aureliano Oyarzún como Director del museo y quien conocía muy bien esta artesanía, la cual recordaba que se vendía en las calles de Santiago Centro, sobre todo en la época navideña. Entonces él comienza a preguntarse qué había sido de esta cerámica. A raíz de esta inquietud, se encarga a un anticuario que investigue sobre estas piezas y consiga algunos ejemplares para el Museo, tarea difícil porque en ese tiempo ya se había acabado la producción, se estima que se dejó de producir a fines del siglo XVII, la última hermana clarisa fue María del Carmen de la Encarnación Jofré, desapareciendo con ella el secreto de la producción. Es así que se consiguieron ejemplares, principalmente en miniatura, algunas no alcanzan los 3 milímetros de altura. Luego se retomó esta labor con las investigaciones de Vanya Roa quien logra reproducir la técnica a través de estudios y análisis químicos que le permitió entregar la receta secreta a la orden religiosa para que ellas continúen con el oficio. La primera exhibición se realizó en 1975 con la técnica de la investigadora del Museo.
¿Cuáles son las características principales de estas piezas?
En general son piezas en miniatura, aunque existen de diferentes tamaños, la más grande es de 8 centímetros. Su principal característica es su exquisito olor, una esencia muy penetrante que se mantiene a pesar de los años. Además, tiene un estilo morisco con mucho detalle, colores fuertes, escarchados, hilos de plata, técnica que no tiene nada que ver con nuestra raíz indígena.
En el caso de la colección del Museo se trata de jarros, ollas, floreros, palmatorias, artículos principalmente utilitarios y decorativos, todos ellas con una esencia muy aromática. A diferencia de las piezas de Sara Gutiérrez las cuales son copias de la cerámica clarisa, quien trabajó en los años 80 en el convento de las monjas claras y se dedicó a reproducir esta artesanía, pero nunca logró copiar la esencia aromática de las originales.
Entonces, ¿Cómo aprenden estas técnicas las hermanas Clarisas?
Las investigaciones que se han realizado, específicamente las de Vanya Roa quien dedicó años a conocer la producción de esta artesanía, dicen que son una de las primeras producciones artesanales chilenas de raíz no indígena. Esto se puede definir porque su estructura no tiene relación con iconos de nuestra cultura popular, sino con indicios moriscos y/o del norte de África. Pero no se cuenta con mucha información sobre su origen exacto. Si bien existían conventos de las monjas claras en Europa, no existe registro en ellos de este tipo de producción ni en sus tierras de origen. Tampoco hay piezas similares en Europa.
Por muchos años se creyó perdida esta técnica, hasta que Vanya Roa, en el año 1982, se le encarga la tarea de investigar estas piezas y sus orígenes. Finalmente a través de estudios químicos logra descubrir la composición y técnica de construcción, la cual fue entregada a las monjas clarisas.
Y ¿Cuál era el secreto de fabricación?
Es desconocida su manufactura. La fórmula fue entregada a las religiosas, pero se decidió mantener el secreto como parte de la tradición religiosa de la congregación.
¿Cuál es tu apreciación personal o idea de cuál era la fórmula secreta?
Yo creo que tuvo que ser con el uso de resinas aromáticas, tal vez se colocaban en la misma arcilla, pero se necesita de varios procesos. Su producción tiene diferentes fases y el secreto está en dónde se impregnó el aroma, la aplicación del color, el esmalte, entre otros. Ellas usaban una arcilla cocida.
¿Cuál crees que es la importancia de la preservación de estas piezas?
Son parte de nuestro patrimonio cultural y nuestras raíces. Es importante el perdurar todo rastro cultural con el que contamos, aunque en este caso sea una producción muy sectorial relativa al mundo religioso, es integrante de nuestra identidad nacional, ya que en ese tiempo era muy común regalar estas piezas en navidades y era reconocida por la sociedad como un ícono popular muy importante y debemos conservarlo y mantenerlo vigente.
¿Cuál es el estado de las piezas cuando llegaron al museo?
En general tenían un buen estado de conservación. Cuando las recibió el museo estaban con pérdida de coloración y pigmentación debido a la exposición a la luz solar, algunas están con faltantes, pero se han conservado de manera óptima, debido a los parámetros de conservación preventiva tomadas por el museo.
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1. Libros de historia de Chile y artesanía popular de Biblioteca del Museo Histórico Nacional