Desde hace tres años que para Semana Santa visito la comuna de Caldera y no precisamente por turismo, si no por trabajo. La Cooperativa de Artesanos Ilú de esta localidad organiza una de las mejores ferias de artesanía a nivel nacional, no sólo por su infraestructura, ni por los auspicios o por la difusión, simplemente por sus artesanos.
Algo que parece tan obvio, resulta en estos tiempos un caso excepcional teniendo en cuenta que son precisamente los artesanos los que cada vez más escasean en las ferias de artesanía. Según un estudio del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes del año 2012[1], un 88% de los espacios de feria de gestión municipal y es ahí donde el caso de la Cooperativa Ilú adquiere aún más sentido y relevancia.
Es cierto que el lugar les favorece ya que Bahía Inglesa en estas fechas tiene visitas principalmente de la ciudad de Copiapó que la hacen un atractivo comercial probado para la venta de artesanías y souvenir. Sin embargo, lo que mueve a la Cooperativa de organizar una feria de esta envergadura no son sólo las ventas, de hecho la mayoría de ellos ahora vende mucho en estas fechas menos que antes, el propósito ha sido mejorar la accesibilidad de sus propios artesanos a maestros expertos y públicos especializados, mejorando y fortaleciendo las redes y los discursos, lo que les ha permitido de a poco profesionalizar su trabajo en el más amplio sentido de la palabra.
Someterse al ejercicio de seleccionar postulaciones, el tener a casi 60 artesanos de oficio, muchos de ellos premiados como maestros o con Sello de Excelencia a la Artesanía, por cerca de una semana compartiendo talleres con niños, foros y mesas de trabajo así como también la feria misma, genera un impacto aun mayor que cualquier “capacitación” aun sea poco medible por sus externalidades cualitativas.
Hace 4 años Caldera no tenia artesanos, hoy no sólo tiene una Feria Nacional que forma parte del circuito más importante junto a la Muestra de Artesanía PUC, la Feria de Arte Popular de Concepción y Huilquilemu en Maule, tiene también artesanos orfebres, ceramistas y talladores en hueso que van de gira internacional a mostrar y vender sus productos, dirigentes que son capaces de gestionar recursos y adjudicarse fondos tan competitivos como el fondart, atreverse a postular a una distinción internacional como el Sello Artesanía, autoridades sensibilizadas y públicos cada vez más dispuestos a apreciar y valorar la buena artesanía, con un sector que, nunca se debe olvidar, es eminentemente cultural.
Hoy, Caldera es un ejemplo para muchas organizaciones a nivel nacional que, muchas veces con más redes, experiencia y más recursos muchas veces no han sido capaces de cruzar esa línea que separa aquello que exijo de lo que soy capaz de comprometer. Han dado una gran lección a las instituciones, las que deben también dejar de decir lo que artesanos y creadores deben hacer y más bien ser facilitadores de los procesos y garantes de los derechos.
Los invito a participar de esta fiesta cultural, cada Semana Santa en la playa de Bahía Inglesa.