Es habitual escuchar “parezco ekeko” cuando alguien va muy cargado. Y en efecto, este talismán de la abundancia, la fertilidad y la buena suerte va sobrecargado de objetos en miniatura. A mí me encantan, de hecho en mi casa tengo dos: uno más tradicional lleno de bolsitas, cajas y billetes, y otro hecho de greda con detalles pintados.
De origen boliviano, el ekeko es típico de la cultura altiplánica, especialmente de la aymara. Sin ir más lejos, es el dios de la abundancia de este pueblo originario. Si bien no se sabe con exactitud la época en que surgió, se piensa que es precolombino y que debido a la llegada de los españoles sufrió cambios que lo acercan al modo en que se representa actualmente. Se puede decir que el ekeko es una buena muestra de los procesos de sincretismo religioso que siguen vigentes hasta nuestros días. De hecho, no es raro ver sus figuras en los templos católicos, sobre todo durante la fiesta de las miniaturas llamada la Feria de las Alasitas.
Al comienzo, este personaje era hecho de piedra y mostraba fuertes rasgos indígenas. Posteriormente adoptó su actual figura, similar a la de un campesino con rasgos de hombre blanco, regordete y vestido con el traje tradicional altiplánico.
El ekeko es definitivamente un semidiós, el que además de recibir bolsitas y miniaturas de objetos deseados por sus fieles seguidores también fuma cigarros. Es así que algunas veces se le ve con la boca llena de cenizas. La costumbre es ofrecerle los viernes. Se dice que en caso de que el cigarrillo haya sido enteramente consumido, se cumplirán los deseos. Su día oficial es el 24 de enero, jornada en que parte la Feria de las Alasitas.
Febrero: el mes de las alasitas
La Paz se convierte en estas fechas en el centro de la famosa Feria de las Alasitas. Acá se venden miles de miniaturas para cumplir todos los deseos. Maletas para los viajes, casas para el sueño de la vivienda propia, sacos de arroz para la abundancia de alimento en el hogar, billetes para no pasar penurias, y así, cientos de pequeños objetos para ser felices.
La feria dura alrededor de un mes, desde finales de enero. La tradición de las miniaturas en el altiplano es milenaria. ‘Alasita’ significa cómprame en lengua aymara y se refiere justo a eso: a adquirir estos objetos en pequeños formatos con el fin de que se “transformen” en realidad según la tradición popular. Es así que el auto que se compra en esta feria efectivamente podría transformarse en uno de verdad, que los billetes falsos pagarían las deudas y que el celular de plástico sería el tan deseado smartphone. Porque, ojo, que las alasitas no se quedan en el pasado, sino que también van evolucionando según los productos de consumo actuales.