Para mí, organillo es sinónimo de cumpleaños. Esto porque mi papá solía contratar al organillero que pasaba por el barrio de mi niñez para animar las fiestas infantiles. En esa época no recuerdo que haya sido un loro el que acompañaba al músico sino que algún ave criolla como un mirlo o un zorzal. Y, claro está, los juguetes no eran made in China sino que made in Chile. Por ejemplo, estaban los clásicos remolinos de papel lustre con muchos colores y una especie de run run que metía mucho ruido. Desgraciadamente, estos han sido desplazados por pelotas de plástico fosforescentes y pistolas de agua que poco tienen que ver con la antigua tradición.
Sin embargo, aún escucho la música de los organillos, sobre todo en esta época dieciochera. Hay algo de nostalgia en sus viejas melodías, muchas de las cuales recuerdan canciones de Alemania, país del cual provienen varios de los instrumentos que existen actualmente. La música de este cajón (del alemán ‘leierkasten’) se produce por un grueso rodillo de madera lleno de pequeñas púas que hay en su interior y que eligen las notas en el teclado y determinan la melodía.
Si bien es un oficio que sigue subsistiendo a la modernidad, son cada vez menos las personas que se dedican a esta labor. En la Región Metropolitana existe una familia de organilleros que trabaja en la recuperación y puesta en valor de este instrumento. Se trata de Juan Lizana y su hija Leslie, junto a su marido, Manuel Melo, quienes restauran los antiguos organillos. Han sido semanas agitadas para don Juan, quien suele atravesar Santiago para animar fiestas y encuentros previos al Dieciocho. Su agenda está completísima y su organillo lo acompaña a todos lados.
Por mientras, en su taller en La Granja, Manuel dedica su tiempo, con pasión, para arreglar antiguos instrumentos en mal estado. Junto a Leslie, su esposa, reciben organillos para restaurar y también piensan armar instrumentos nuevos. Por otro lado, su deseo es recuperar el testimonio de los juguetes tradicionales para que los niños de las nuevas generaciones los conozcan y los valoren. Una linda iniciativa, más sustentable y duradera que los que se venden hoy.