Hace algunos días tuve la posibilidad de visitar la ciudad de Osorno para participar de un seminario organizado para un centenar de artesanos Williche que están participando de un proyecto de inversión y desarrollo financiado por el Gobierno Regional y la CONADI. La actividad comenzó con un Efku, un rito de la zona que se realiza al momento de iniciar o emprender una actividad donde se pide permiso a la tierra. Los representantes usaron un metawe, jarro de arcilla, y vestían mantas a telar, los varones y platería, las mujeres, entre otros elementos usados para el desarrollo de la ceremonia. No pude dejar de reflexionar respecto del sentido de uso de los objetos artesanales en su contexto local y del valor que ellos adquieren cuando existe un vínculo con el territorio. Es cada vez más frecuente escuchar a los especialistas recomendar a los artesanos emprender con un tipo de producción “innovadora”, para satisfacer al mercado turístico o incluso al internacional a través de la exportación, pareciera que es cada vez más necesaria la búsqueda de nuevos y lejanos mercados para justificar un emprendimiento de este tipo. Sin embargo, cuando hablamos de artesanía también nos referimos a su valor cultural y éste radica precisamente en el grado de autenticidad que tenga y sea capaz de transmitir, concepto por lo demás bastante subjetivo, pero que sabemos puede estar relacionado con el uso de ciertos materiales, los procesos productivos, las herramientas, así como también la función y el sentido de existir.
Atender las necesidades de la comunidad local no sólo permite romper la estacionalidad turística con una demanda quizás menor, pero más estable, si no también permite la autonomía creativa y la sustentabilidad de los oficios en contextos propios que a la larga contribuyen a mantener los elementos diferenciadores de los objetos. Le otorga un “sentido al hacer” que proporciona al artesano las herramientas adecuadas para tomar sus propias decisiones. Resulta contradictorio y bastante preocupante que existan muchas veces indicaciones institucionales respecto a orientar la creación de la artesanía para que sea “más comercializable”.
Dejé Osorno con la seguridad que mientras se hagan Efku, seguirán entonces existiendo alfareros, plateros y tejedores Williches y Mapuche.