Recuperar un edificio es un acto de suyo sustentable. No solo desde el punto de vista del reciclaje, uso de materiales y sistemas de edificación que se adaptan sosteniblemente al clima de un lugar, sino que también respecto a la reconstrucción histórica.
Al conversar con distintos arquitectos sobre el tema de la reconstrucción patrimonial -más allá de la que se realiza tras el terremoto del 2010-, las respuestas sobre el vínculo entre esta y la recuperación de la memoria colectiva e histórica coinciden en varios puntos.
En el caso de Patricio Larraín, arquitecto que ha trabajado en varios proyectos de recuperación de edificios, la reconstrucción patrimonial es un vehículo que permite a las nuevas generaciones entender de dónde venimos y cómo era la forma de vida de los que vivieron antes de nosotros. “Una edificación patrimonial no solo enseña tradiciones constructivas autóctonas, utilizando materiales y procesos del lugar en el que se emplaza, sino que además, a través de los programas y distribución de los recintos, nos muestra cómo se desenvolvían y relacionaban nuestros antepasados. Rescatando tradiciones y costumbres de esas épocas, adquirimos un sentido de pertenencia con la esperanza de generar identidad en un país que cree que basta con los moáis, y no logra entender que el patrimonio cultural está en las calles de sus pueblos, en sus mercados, en el almacén de la esquina”, opina el arquitecto.
En el sentido de la memoria, que tantas veces olvidamos con cada nueva grúa que destruye los barrios emblemáticos y antiguos que son parte de nuestra historia, trabajar el patrimonio es fundamental. Francisco Donoso, coordinador del Área de Tecnología de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Diego Portales, asegura que “esto es importante porque nos une a nuestro pasado, a nuestras raíces, a nuestra identidad. Esta te ayuda a que el ser humano fije sus parámetros de vinculación en la sociedad en que vive. La arquitectura patrimonial y su memoria colectiva visual atacan directamente el olvido que sufrimos, el que nos desvincula del territorio que habitamos. La reconstrucción genuina intenta recuperar las huellas de la historia, pero es importante tener presente que el 27F es parte de nuestra historia y la reconstrucción debe dejar testimonio de eso”.
Para Renzo Alvano, arquitecto UDP, quien ha trabajado en la recuperación de edificios antiguos, “la ciudad debe dar importancia a la conservación de los distintos periodos que la constituyen, lo que nos ayuda ‘a algunos’ a respetar la evolución de ella. Respecto a la memoria, esta se renueva con estos procesos de reconstrucción, la expresión de esos fondos urbanos en los cuales uno creció. Son emblemáticos los rescates patrimoniales para mantener vivo el sentido de pertenencia, por tanto, hacer que el respeto en la convivencia sea colectivo”, concluye.