Esta semana, como un homenaje a las madres, les presento tres oficios en que madres e hijas trabajan en conjunto. Son tres elegidos entre muchos. Pero son una muestra de distintas realidades en el mundo artesanal: la cestería en miniatura en crin de caballo de Rari (VII Región), la alfarería mapuche (XI Región) y la cestería en Totora de La Serena (IV Región).
En la cestería en crin de caballo son en su mayoría mujeres (por no decir "exclusivamente") las que llevan acabo este oficio, por lo que las hijas son las continuadoras naturales del trabajo aprendido de sus madres, tías y abuelas. En las imágenes, Nancy Cortínez, junto a sus hijas María Gladys y Natalia.
En el caso de la alfarería mapuche, las cultoras que quedan y continúan trabajando son muy pocas. Una de ellas, Dominga Neculmán, narra que este trabajo (esencialmente femenino) era considerado como un trabajo "muy sucio y muy duro" por su madre, y esto le significó tener que esperar largos años para poder dedicarse 100% a la labor. Hoy es su hija Mirta (en las imágenes junto a su madre, Dominga) quien ha emprendido la tarea de no perder esta tradición, adentrándose en este trabajo, recibiendo y entregando los saberes que le ha podido transmitir su madre.
Y en La Serena, son dos las mujeres que trabajan y transmiten el oficio de la cestería en Totora de La Serena, trabajo que inicialmente realizaban únicamente los hombres. Graciela Castillo aprendió este oficio de su abuelo y junto su hija Marta Godoy (en las imágenes), se han dedicado a mostrar, desarrollar y enseñar este oficio a muchas otras mujeres, a través de cursos de capacitación realizados en la zona.