por: JAVIER DEL RÍO, ARQUITECTO ASESOR EN AHORRO DE ENERGÍA De esto trató un congreso-taller efectuado hace unas semanas en la U. Austral de Valdivia, al que fui invitado como expositor. Participaron destacados panelistas europeos y nacionales (arquitectos, historiadores, urbanistas, antropólogos, ingenieros, filósofos y otros). Patrimonio en simples palabras es algo valioso, heredable, que pertenece a todos y permite afirmarnos entre nosotros, con el tiempo y el medioambiente. Dentro de sus tantas expresiones o modalidades, se trataron temas de historia, relación con el paisaje, manejo del agua como formadora de ciudades, pueblos originarios y sus enseñanzas, cómo iluminar el patrimonio y muestras de casos reales de conservación, entre otros. Mi presentación trataba de cómo la arquitectura tradicional entrega excelentes pautas de diseño para el aprovechamiento del clima y ahorro de energía, siendo justamente este el patrimonio que debe de traspasarse al presente para un futuro mejor.
Aparte de lo bien organizado del evento y de la amabilidad de los valdivianos, otro patrimonio, el edificio elegido ya era un acierto: la Escuela de Arquitectura. Con las habituales salas, talleres y oficinas, pero insertos en una gran envolvente acristalada que genera una serie de espacios en diferentes niveles, entre los recintos y el exterior. Una especie de espacios intermedios entre la lluvia y paisaje, y los interiores; todos con unas vistas espectaculares (¿quién más ve desde su oficina a remeros, lobos de mar, bosques, un río turquesa?... solo ellos). A mi modo, uno de los pocos edificios del campus que logran ser gratos por el interior, pues aquí se hacen exposiciones, clases, reuniones, exámenes, este evento, etc. Hay mucha vida posible, otro patrimonio. Hay otros espacios en el campus de cierto atractivo exterior, pero ninguna novedad por dentro, solo formas para las revistas, cero patrimonio.
Otro aspecto notable es el mismo lugar en donde esta la UACH: Campus Isla Teja. Un parque envidiable con lluvia y todo. Es un lujo trabajar y estudiar ahí, otro patrimonio. Lo único que debería controlarse es la cantidad de autos; está bien que circulen, pero debieran estacionarse en algún lugar más oculto. En general los autos son feos, hay que esconderlos.
Esto no termina con el campus, pues la ciudad entera de Valdivia es un acierto. Todo es en general tranquilo, verde y caminable. Pero nuevamente el auto está complicando la situación (casi no tienen para qué tenerlo en realidad), a tal punto que se rumorea una mala idea de hacer un puente paralelo al que une el centro con la isla Teja. Pero no creo que lo hagan, pues echaría a perder una serie de plazas y parques. Es más, el que existe debería ser peatonal para justamente reforzar el carácter de esta ciudad: la peatonalidad de los estudiantes, un gran patrimonio. Los puentes debieran hacerse, pero en otra parte, no justo en el articulador, si lo hacen sería como envenenar su sistema central. Hay dos hechos que molestan, un hotel, que más que querer sumarse a Valdivia se destaca egoístamente, se aprovecha de la ciudad y no arma espacios urbanos. El otro es un centro comercial, con un gran mundo interior, pero el contexto está destrozado. Ambos un éxito, llenos de personas, pero afectando el patrimonio urbano, lo que podría causar problemas a corto plazo. Con el patrimonio no se juega, hay algo más que un romanticismo: está la sustentabilidad.